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El siguiente artículo fue publicado el pasado 4 de Junio en el portal de Yeni Özgür Politika. Teniendo en cuenta que Yeni Özgür Politika está vetado y es inaccesible dentro del territorio turco, Kedistan toma el relevo y lo publica, con la amable autorización del periódico, en un gesto solidario, con el objetivo de abarcar un público más amplio.
Mujeres, resistencia y “lo que queda atrás”
Se dio a conocer en primer lugar por sus artículos de información, que redactaba con una agudeza propia de mujer. Poco después vimos aparecer sus lienzos. Exponía los hechos mediante otro lenguaje, otros colores. En sus dibujos cohabitaban la nostalgia y el sentimiento del reencuentro. No hacía falta en absoluto ser un entendido en arte. Probablemente porque somos un pueblo enmudecido, empeñado en buscar un significado a cada rasgo, no conseguíamos quitarnos de encima la sensación de que sus obras habían efectuado una difícil travesía. La victoria de haber conseguido llegar hasta nosotros, destruyendo los muros de las cárceles, estaba inscrita en cada trazo.
Cuando las mujeres lo desean, cuando deciden llevar a cabo sus aspiraciones, el mundo percibe las contracciones de un alumbramiento. Escuchando a Zehra en Jin TV, comprendimos que su corazón se apropiaba de la resistencia de las cárceles, del testimonio de Madre Sisê, de la denuncia de las prácticas fascistas. Que se apropiaba de todo acto doloroso y vivía el parto a perpetuidad. Estaba determinada a dar a luz y ningún muro, ni tan siquiera el de las prisiones, podría detenerla.
Escribió y dibujó mientras estaba en la cárcel. Con sus creaciones nutrió a quienes la conocieron. Con los elementos a su alcance, construyó la narración de sus preocupaciones, la de su corazón y los de aquellxs que tenía cerca. Con ella comprendimos que los muros de la cárcel no pueden detener la realidad, que las mazmorras no pueden impedir la obra de una artista de verdad. Atestiguamos que el fascismo no podía inmovilizar a la artista.
Leyendo las palabras de Arif Altan, que describe cómo las excavadoras arrojaron el conjunto del distrito de Sur a aguas del Tigris, la muestra de Zehra Doğan se desliza ante mis ojos. La ha titulado “Lo que queda atrás”. En ella describe la legendaria resistencia por la autonomía que se llevó a cabo hace tres años. Detrás de esta resistencia histórica se oculta su alma, empeñada en la búsqueda de libertad, en revelar la verdadera faz del fascismo. Pero también indaga las fricciones, errores, ausencias. ¿Qué es lo que han tenido que padecer durante los últimos tres años? ¿Qué ha hecho cada uno durante ese periodo? ¿Dónde se encontraban dentro de esa resistencia y dónde están hoy?
Çiyager, Nucan y todxs aquellxs que gracias a su espíritu libre siguieron creando durante la resistencia merecen el apodo de “Egîd1del siglo 21”. Nos han brindado una percepción de la lucha que trasciende incluso el modelo inspirado en la Comuna de París.
Los objetos también son herramientas de resistencia
“Lo que queda atrás” en palabras de Zehra Doğan. Algunxs se preguntarán “Qué puede quedar”. Una exposición que nos muestra objetos transformados en herramientas de resistencia para sobrevivir.
Nos seguimos preguntando: ¿puede haber algo más sagrado que un pueblo que resiste, con mantas, alfombras, kilims, platos y cucharas, que carga a sus espaldas todo lo que posee y se une a lxs jóvenes valientes que dan la vida por él ?
Hablar hoy sobre la resistencia desplegada en Sur, en Cizre, es tan sagrado como la propia resistencia, se empeña Zehra Doğan en señalar. Muestra su valentía y ofrece su pecho como escudo, expresándose mediante el arte. Nos estremecen la determinación y el coraje con el que transmite los detalles de una resistencia ante la cual el mundo permanece indiferente.
Transmitir el dolor a la gente
Zehra contempló los despejos y quiso enseñárselos a la gente. Es exactamente lo que ha hecho.
Está claro que “lo que queda atrás” no solo nos habla de resistencia sino también de dolor. Luchamos por existir frente a un sistema genocida insensible que nos niega el derecho a sufrir, no importa que seamos un pueblo que forma parte de la historia del mundo. Es como si lxs kurdxs no existiesen, no tuviesen ni derecho a padecer, son tratadxs como objetos inútiles.
En la actualidad seguimos presenciando torturas, tal y como viene aconteciendo en Halfeti, provincia de Urfa, desde hace una semana…La prensa turca es capaz de referirse durante días al maltrato animal pero es ciega y muda ante la violencia ejercida sobre la población kurda, lo cual demuestra la institucionalización del sistema genocida.
Ante semejante panorama el esfuerzo empleado por una artista para mostrar al conjunto de la humanidad el sufrimiento del pueblo kurdo nos enseña su faceta más humana. Una persona que no ha vivido la resistencia ni ha conocido el sufrimiento no puede transmitírnoslo de este modo, es imposible. Es precisamente este factor el que determina que la muestra de Zehra Doğan, su fuerza, la expresión de su testimonio, cobre sentido.
En una época en la que el valor del ser humano es pura mercancía, ella logra preservar parcelas de vida que nos llegan desde las entrañas de la resistencia, como es el caso de Cigayer, de Nucan y las expone a la luz del día, plasmando la realidad con un lenguaje inherente a la mujer.
Es el motivo que convierte a Zehra Doğan en una artista de verdad. Una mujer que se esfuerza en transmitir al mundo la esencia humana con sus palabras, colores y corazón, un mundo que contempla desde la óptica de su sensibilidad de mujer.
Zehra Doğan debe dibujar en las paredes de Kobanê
Zehra debe continuar haciéndose eco de esa resistencia, narrar y comunicar al mundo lo que sucede. Debe relatar la crónica de la resistencia y seguir rastreando testimonios.
Debe describir el vigor de Kobanê, atravesar las fronteras de los países, tal y como atravesó los muros de las cárceles. Debe dibujar Arin en las paredes de Kobanê y Barin, Revana, Gelhat… Y hacer el retrato de Yilmaz, uno de los valientes jóvenes de la resistencia de Sur, que combatió anteriormente en Kobanê. Debe añadir su propio color, en el arcoíris de colores de la resistencia de Bakur y de Rojava.
No debe olvidar y debe lograr que no se olvide nada. El Kurdistán libre necesita esas pinceladas de resistencia artística. Damos las gracias a sus manos, a su obra, a su corazón.