La exposi­ción de Zehra Doğan, cel­e­bra­da en la Tate Mod­ern de Lon­dres entre el 21 y 25 de Mayo, ha hecho cor­rer ríos de tin­ta y ha gen­er­a­do polémi­ca, allí donde nadie se lo esper­a­ba… Una vez acaba­da la mues­tra yo tam­bién deseo expre­sarme al respecto…


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Todo ser humano ha sido tes­ti­go de un acto vio­len­to al menos una vez en la vida. Nos bas­ta con obser­var la nat­u­raleza, el mun­do ani­mal, la humanidad…

Todxs nosotrxs somos víc­ti­mas de la vio­len­cia, en oca­siones se man­i­fi­es­ta medi­ante el inte­gris­mo reli­gioso, la cár­cel, la tor­tu­ra estatal, el patri­ar­ca­do como insti­tu­ción impues­ta, la famil­ia; se tra­ta de una vio­len­cia que acecha todos los espa­cios sociales por los que tran­si­ta­mos o que está sim­ple­mente lig­a­da a nues­tra exis­ten­cia iden­ti­taria y cul­tur­al. Aunque resul­ta muy difí­cil quitarse de enci­ma esa espi­ral de vio­len­cia, es pre­ciso deshac­erse de ella.

Si en el mar­co de esta con­cep­ción de la vio­len­cia volve­mos nues­tra mira­da hacia una geografía sen­si­ble, tal y como sucede con el Kur­dis­tán, ¿qué con­tem­plam­os? Una región ocu­pa­da por cua­tro esta­dos, trans­for­ma­dos en colo­nias y la lucha de resisten­cia de un pueblo inmer­so en la vio­len­cia y la bar­barie des­de hace años…

¿Cómo es posi­ble que una mues­tra real­iza­da por Zehra Doğan en torno a este tema pue­da ser tacha­da de “pornografía de la violencia?

El hecho de inter­pre­tar la exposi­ción que nos mues­tra obje­tos que, con el fin de pro­te­ger a la pop­u­lación, han inte­gra­do la resisten­cia y nos brin­dan el tes­ti­mo­nio de lo acon­te­ci­do, como “pornografía de la vio­len­cia” o “de la muerte” rev­ela un desconocimien­to pro­fun­do de la real­i­dad del Kur­dis­tán. Par­tien­do de seme­jante igno­ran­cia es imposi­ble com­pren­der la cul­tura de la resisten­cia que emerge frente a la vio­len­cia y las matan­zas del Estado.

Exis­ten difer­entes mod­os de com­bat­ir la vio­len­cia. La vio­len­cia frente a la vio­len­cia, matar para evi­tar la muerte y des­de luego la resisten­cia pasi­va, la des­obe­di­en­cia civil…En el Kur­dis­tán todos los méto­dos se entre­lazan y coex­is­ten, des­de tiem­pos remo­tos has­ta nue­stros días.

La his­to­ria del Kur­dis­tán ha cono­ci­do muchos estra­gos. Pero en el pasa­do reciente, conc­re­ta­mente durante 2015 y 2016, numerosos pueb­los del Kur­dis­tán fueron que­ma­dos, destru­i­dos por el fas­cis­mo de Erdoğan, medi­ante ataques aére­os y ter­restres en los que fueron asesinadas miles de per­sonas. El Esta­do y sus medios afines han inten­ta­do legit­i­mar las exac­ciones vociferan­do “habían con­stru­i­do zan­jas”. Los habi­tantes de las citadas pobla­ciones sabían des­de hacía meses que el Esta­do iba a enviar al ejérci­to con el fin de come­ter los crímenes más atro­ces. Tenien­do en cuen­ta que no querían que el Esta­do pen­e­trase en su ter­ri­to­rio, las citadas pobla­ciones declararon la autonomía. La razón estatal, tal y como sucedió en Der­sim en 1938, no iba a per­mi­tir que los kur­dos pud­iesen vivir en una zona autónoma.

Los aviones de caza tur­cos bom­bardearon el pueblo de Nusay­bin en tres oca­siones. Hubo enfrentamien­tos en Cizre, Silopi, Sur, İdil, Sil­van, Gev­er y otros tan­tos lugares. En estos pueb­los los jóvenes se armaron con el obje­ti­vo de autode­fend­er­se y con­sti­tuyeron las YPS, unidades de pro­tec­ción civ­il. La autode­fen­sa era el úni­co modo de evi­tar que el ejérci­to entrase en los bar­rios de las ciu­dades. Miles de civiles, habi­tantes de las citadas ciu­dades, tuvieron que aban­donar sus casas huyen­do de la muerte. Pero fueron numerosos los que no quisieron dejar sus hog­a­res y optaron por una resisten­cia pasi­va. Otras per­sonas proce­dentes de las grandes urbes se encam­i­naron hacia la región con la inten­ción de apor­tar ayu­da moral y sol­i­daria. En oca­siones ni tan siquiera pudieron entrar en ellas…

Algu­nas per­sonas, cono­ce­do­ras de la impor­tan­cia de la resisten­cia, pre­firieron quedarse y resi­s­tir, aun sabi­en­do que arries­ga­ban sus vidas. Con­sid­er­ar “pornografía de la vio­len­cia” la voz del sultán, que durante los pro­gra­mas en direc­to suplic­a­ba “¡agua!”, o definir el cuer­po sin vida de madre Tay­bet, que per­maneció en ple­na calle durante 7 días, como “pornografía de la muerte”, sig­nifi­caría descono­cer la vio­len­cia estatal y el sig­nifi­ca­do mis­mo de la vio­len­cia. El hecho de criticar, no ya a quienes provo­caron o cometieron las matan­zas sino señalar a quienes arries­gan­do sus vidas se esfuerzan con todos los medios a su alcance en doc­u­men­tar y trans­mi­tir lo suce­di­do a la opinión públi­ca, sig­nifi­ca no com­pren­der este atropello.

Variaciones pornográficas de intelectuales en torno a la muestra de Zehra Doğan

Entre quienes obser­van de lejos la exposi­ción de Zehra Doğan emi­tien­do “críti­cas de arte” des­de sus poltronas, una per­sona dijo: “Para que algo sea artís­ti­co se requiere un pro­ce­so cre­ati­vo. En este caso con­cre­to, no ha habido creación sino trans­porte”. Los hay que dan con­se­jos de tipo “Srta. Zehra, habría sido preferi­ble que se hubiese desplaza­do a las citadas ciu­dades mien­tras las destruían y quema­ban y escribir e infor­mar…”.

Lo que está claro es que los obje­tos a los que alude al citar el “trans­porte” no lle­garon a Lon­dres cam­i­nan­do… Resul­ta que la “Srta Zehra” se encon­tra­ba allí pre­cisa­mente en aquel peri­o­do con­cre­to. Claro que es cier­to que despar­ra­ma­dos en vue­stros sofás no leísteis los artícu­los que ella pub­licó en aquel momen­to o sim­ple­mente igno­rasteis lo que esta­ba suce­di­en­do. Mien­tras que en estas ciu­dades mata­ban civiles, Mehmet Tunç, el copres­i­dente del con­se­jo pop­u­lar de Cizre, hizo un lla­mamien­to en direc­to: “Que nue­stro pueblo acu­da a Cizre”. Más tarde añadió: “No vengáis a bus­car nue­stros cuer­pos cuan­do hayamos muer­to”. Habría que pre­gun­tar a esos pseu­do críti­cos de arte: “¿Dónde estabais vosotros mien­tras Zehra se encon­tra­ba allí? o ¿qué hicis­teis en aque­l­la época?” Si quer­e­mos dotar a nues­tra críti­ca de una piz­ca de dig­nidad deberíamos pre­gun­tarnos mirán­donos a los ojos “¿Qué hacíamos mien­tras ardían Cizre y Nusaybin?”

Otra “espe­cial­ista” ha man­i­fes­ta­do que “cualquiera puede hac­er algo así, sin creación, no hay arte”… En primer lugar no todo el mun­do puede recu­per­ar obje­tos en una zona en guer­ra. Yo le pre­gun­taría: “¿En tal caso, por qué no lo hizo ust­ed?”. Pero qué sen­ti­do tiene, hace fal­ta val­or… En segun­do lugar, el arte no se reduce a la sim­ple acción de pro­ducir algo con­cre­to. Dar sen­ti­do a obje­tos que han tenido vida tam­bién supone una per­for­mance pues­ta a dis­posi­ción del público.

El emi­tir juicios sin pie ni cabeza por supuestos “críti­cos de arte” y hablar de “pornografía de la vio­len­cia” o “de muerte” con aire de espe­cial­is­tas, sig­nifi­ca sim­ple­mente igno­rar todo lo ref­er­ente al arte de resistencia.

Doc­u­men­tar las matan­zas per­pe­tradas en esta tier­ra trans­for­ma­da en esce­nario de vio­len­cia y guer­ra y pon­er­los al alcance de todos, no es pornografía. Si deseáis criticar algo, pedir cuen­tas a alguien, no os diri­jáis a quienes hacen el esfuer­zo de doc­u­men­tar, sen­si­bi­lizar e infor­mar ¡sino a aque­l­los que han ejer­ci­do la violencia!

  • zehra dogan

El relato de resistencia de una manta

Creo que los supuestos críti­cos tam­poco saben que una man­ta puede ser un útil de resisten­cia. Algu­nas per­sonas están tan lejos de la real­i­dad de la vio­len­cia y la resisten­cia, que descono­cen que una sim­ple man­ta puede sal­var vidas. De modo que la cita­da man­ta, expues­ta en la mues­tra, no es un obje­to banal. Se ha con­ver­tido en un arma de resisten­cia pasiva…Supuso un útil defen­si­vo para que las per­sonas pud­iesen pro­te­gerse de los snipers. Esa man­ta, aunque proven­ga del cen­tro mis­mo de la vio­len­cia, no es un sim­ple uten­silio. Todo lo con­trario, es el tes­ti­go inte­ri­or de la vio­len­cia y las matanzas…

De modo que com­pren­demos que algu­nas per­sonas desconoz­can el sig­nifi­ca­do de resi­s­tir con la ayu­da de una man­ta, pro­te­gerse con los medios más rudi­men­ta­r­ios y luchar por la propia super­viven­cia. Uno de los pocos jóvenes que con­sigu­ieron salir con vida de Cizre, quién sabe, tal vez gra­cias a la cita­da man­ta, me dijo lo sigu­iente: “Ya no qued­a­ban balas para car­gar las armas. Los vehícu­los mil­itares habían pen­e­tra­do en la ciu­dad. Para que los tan­ques no pud­iesen avan­zar por las calles, los habi­tantes arro­ja­ban man­tas des­de los pisos supe­ri­ores de las casas con el obje­ti­vo de quitar­les vis­i­bil­i­dad e impedir que circulasen…”

De man­era que no se puede decir “es sim­ple­mente una man­ta” y pasar de lado. En estas ciu­dades destru­idas, cada obje­to tiene su historia.

Zehra podía haber expuesto sus obras y con­tar sus viven­cias per­son­ales. Lo hará sin duda más ade­lante ya que sus crea­ciones son tam­bién la expre­sión de un tes­ti­mo­nio, una recopi­lación de lo acon­te­ci­do a través del arte. En su condi­ción de artista Zehra Doğan hubiese podi­do optar por una vía más sen­cil­la, más per­son­al, exponien­do sus obras y obte­nien­do ganan­cias. Pero su dile­ma es otro. Ella ha expre­sa­do su pun­to de vista en diver­sas oca­siones con sus propias pal­abras, en artícu­los y en entre­vis­tas, una y otra vez. Ha expli­ca­do que lo que le estim­u­la y ani­ma como artista no es la ambi­ción lig­a­da al dinero, ni la cele­bri­dad, ni el mer­ca­do de arte; le guía el hecho de ser el estandarte de una cul­tura, de una lucha que le nutre y poder trasladar a todos los rin­cones del mun­do el men­saje de aque­l­lxs cuyas voces nadie escucha.

Los documentos del relato de la resistencia tienen por fin un cobijo

En esta ocasión Zehra Doğan ha expuesto en Lon­dres y des­de allí nos ha relata­do lo suce­di­do. Nos ha brinda­do el tes­ti­mo­nio de la real­i­dad de la guerra…En esta mues­tra doc­u­men­ta sirvién­dose del arte acer­ca de los crímenes con­tra la humanidad y los crímenes de guer­ra. Cada obje­to expuesto con­tiene un rela­to. Zehra nos habla de cada uno de ellos. No se tra­ta de una exposi­ción al uso del mer­ca­do del arte con­tem­porá­neo, que defiende “el arte por el arte”. En esta mues­tra no solo hay obje­tos. Tam­bién hay videos que doc­u­men­tan la par­tic­i­pación ciu­dadana en la resisten­cia de las ciu­dades y las ideas sobre la autonomía democrática.

Los artícu­los que Zehra Doğan escribió y pub­licó durante el toque de que­da (los mis­mos que al pare­cer alguno de vosotros desconocéis) son leí­dos aquí, en ver­sión ingle­sa. Y den­tro del mar­co de la mues­tra se escriben y envían car­tas y postales a peri­odis­tas, artis­tas y demás indi­vid­u­os que pueblan las pri­siones turcas…

Cuan­do con­fis­caron su cámara, lápiz y pince­les, Zehra no se ame­dren­tó. Con­sigu­ió hac­er lle­gar has­ta Europa, al mun­do, inven­tan­do una nue­va man­era de crear des­de la nada, dadas las pre­carias condi­ciones carce­lar­ias, la cróni­ca de lo que había pres­en­ci­a­do, su día a día, los crímenes con­tra la humanidad.

Nutrién­dose de la lucha del movimien­to de las mujeres kur­das, nos ha traslada­do el rela­to pre­ciso del dominio sobre el cuer­po de la mujer. Ha crea­do muchísi­mas obras sirvién­dose de embal­a­jes, per­iódi­cos, toal­las, jirones de ropas y sábanas que ella mis­ma ras­ga­ba, trans­for­man­do con col­ores impro­visa­dos todo lo que pasa­ba por sus manos. Ha deja­do con­stan­cia de lo sucedido.

Ayer hablé con Zehra.
Me dijo: “La gente puede criticar mi obra, mis méto­dos. Pero que hayan uti­liza­do el tér­mi­no pornografía de la vio­len­cia y de la guer­ra, me ha ofen­di­do muchísi­mo. Recogí estos obje­tos a par­tir de 2015 en zonas de enfrentamien­tos, lucha, a escon­di­das. Los habi­tantes apor­re­a­ban las cazue­las para protes­tar en las calles. Si me hubiesen detenido con ellos den­tro de la mochi­la, me habrían encar­ce­la­do por trans­portar mate­r­i­al de resisten­cia. Suponía que los adver­sar­ios, el Esta­do, los respon­s­ables de las matan­zas mostrarían su rec­ha­zo. Pero no con­si­go com­pren­der que seme­jante reac­ción proven­ga de los cír­cu­los vin­cu­la­dos a esta exposi­ción, de artis­tas e intelectuales…”

Tam­bién me ha dicho que tenien­do en cuen­ta que proviene de un esce­nario de guer­ra y vio­len­cia, para ella el hecho de trasladar su tes­ti­mo­nio a la opinión públi­ca es como una mis­ión. “No hago pornografía de la guer­ra y la vio­len­cia. Cuen­to cómo resiste la gente frente a la bar­barie y trai­go has­ta aquí el rela­to de esa resisten­cia. Nosotros, que hemos sido víc­ti­mas y tes­ti­gos de tan­tas atro­ci­dades, ten­emos la obligación de rev­e­lar­las. Somos nosotros los que hemos vivi­do esos instantes, nos hemos con­ver­tido en tes­ti­gos autor­iza­dos a trans­mi­tir infor­ma­ción, algo que no pueden hac­er quienes pertenecen al ámbito int­elec­tu­al, blan­co, ya que descono­cen la real­i­dad del Kurdistán.”

Quisiera acabar con la ironía de las pal­abras que nues­tra ami­ga Fat­ma dirigió a Zehra Doğan… “Mira por donde, resul­ta que en Turquía la gente está hablan­do de arte con énfa­sis… Eso sí que es una con­quista”.

Des­de el oeste, nada nuevo.

La esper­an­za de una vida sin vio­len­cia, llena de arte y amor.

zehra dogan


Traducido por Maite

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Rosida Koyuncu
Auteure
Activiste LGBTIQ+, jour­nal­iste et cinéaste, en exil à Genève. LGBTIQ+ aktivist, gazete­ci ve sinemacı. Cenevre’de sürgünde bulunuyor.