La periodista feminista Ayşe Düzkan lleva encerrada en la cárcel de Bakırköy de Estambul desde el 29 de Enero de 2019. Fue condenada a una pena de prisión de 18 meses por solidarizarse con el diario Özgür Gündem, prohibido mediante decreto ley el 16 de Agosto de 2016. Aslı Erdoğan, Necmiye Alpay, Eren Keskin y decenas de personas, periodistas, autorxs, universitarixs, juristas ha sido perseguidos por el mismo motivo.
Ayşe Düzkan no ha podido escribir una crónica en Artı Gerçek desde el 30 de Enero de 2019. En su último artículo, redactado justo antes de su encarcelación, hace un llamamiento para que brindemos apoyo y escribamos a los periodistas encarcelados. Su título: “Carta a los periodistas que no hemos conocido” (Tanışmadığımız gazetecilere mektup…)
Tras largos meses separada de sus lectorxs, nos ha hecho llegar este texto escrito en prisión. Fue publicado en Artı Gerçek el 30 de Marzo de 2019.
Os ofrecemos gustosamente la traducción.
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¿Qué hay de nuevo?
Hace poco la tórtola sedentaria del patio condujo a su compañera hasta mi ventana. Se quedaron allí un rato. Nuestro amiga bebió un poco de agua de lluvia almacenada en la tapa del yogur que había dejado a su alcance, para que no se mosquease. La otra se posó durante un tiempo sobre la cuerda para tender ropa. No hubo ningún contacto entre ellas, salvo un furtivo roce con el pico. Al rato desaparecieron.
A decir verdad me quedé muy decepcionada. En el mundo animal se supone que la tórtola simboliza el amor y la afección.
En la cárcel nos permiten criar periquitos. De hecho en el comedor he visto semillas y arena para pájaros. (“El enemigo en el puente”, el libro de Murat Türk, que transcurrió un cuarto de siglo entre rejas, recoge una historia inquietante acerca de un periquito).
Pero no hay quÃmica entre los pájaros y yo. Sin embargo aquà dentro hay algo que me pone muy nostálgica: los animales. No me refiero a personas de origen felino con los que me codeaba cuando estaba fuera, ellas, ellos, forman parte de las personas que echo de menos, hablo de los perros que caminan con premura, como si se dirigiesen a alguna cita, de los gatos callejeros atigrados y serios, los perezosos pelirrojos, los gatitos juguetones.
El otro día cuando volvía de hacer ejercicio me crucé en el pasillo con un gato. Comprendí enseguida que le habían asignado la tarea de cazar ratones. Cumplía con seriedad su labor de funcionario estatal, de manera que me ignoró. Pero encontrarse aquí también tiene aspectos positivos. No hay que estar siempre corriendo por algún motivo, para buscar un sitio por ejemplo. Y tampoco nos llegan mensajes de grupos de WhatsApp.
Además, lo digo para dar envidia a los estambuliotas, no hay Metrobus.1
Y si no bastase con esto, las charlas a propósito de las elecciones son numerosas. Por ejemplo nadie comenta “si votar cambiase algo…” ya que ningunx de nosotrxs – lxs condenadxs- tenemos derecho a voto. No os confundáis, este detalle lo cambia todo. Tampoco existe el dilema “el 25 de Junio juré que nunca más votaría… ¿Qué voy a hacer?”. Pero existe la alegría de acabar el mes, la alegría y el orgullo del 8 de Marzo, la esperanza de “vamos a ver, tal vez esta vez…”, la protección de las compañeras, compañeros de ruta, las compatibilidades que nos invaden cuando nos encontramos solxs…soñando, imaginando…dotados de un sentimiento de libertad cuyo misterio no consigo alcanzar.
Ayşe Düzkan
Los artículos (en turco) de la autora en Artı Gerçek, están disponibles aquí