Ha lle­ga­do el ver­a­no. La atmós­fera es pesa­da y acechan las tor­men­tas. Para muchos sig­nifi­ca el ini­cio de las vaca­ciones. O el regre­so al hog­ar, depende. No se tra­ta de una cróni­ca turís­ti­ca sino de reen­cuen­tros entre aque­l­los que se fueron y los que se quedaron. Es el via­je al que nos invi­ta Clarisse Hahn, que jun­to con su com­pañero Oktay, sal­ió a des­cubrir ‘ese país que no existe’ y nos inci­ta medi­ante el her­moso doc­u­men­tal Kur­dish Lover a com­par­tir el día a día de un pueblo y una familia.

Des­cub­ri­mos una abuela mal­va­da y mali­ciosa, chicos jóvenes que partieron a Fran­cia o Ale­ma­nia y regre­san bus­can­do el amor, una joven que desea ir a la escuela y otras que venden su gana­do para ir a tra­ba­jar a la ciudad.

Clarisse Hahn présente Kur­dish Lover

Nos insta­lam­os a pasar las vaca­ciones en una casa en la que las his­to­rias de amor se resuel­ven en el salón, entre idas y venidas. La coci­na es esce­nario de trag­icómi­cas secuen­cias, los insul­tos son más flori­dos que la tapicería. Y el establo se con­vierte en el som­brío cameri­no de una soledad pecu­liar, de cansi­nos arran­ques de ira.

La cámara se eclip­sa y más ade­lante una mira­da, una inter­pelación, sitúan de nue­vo el obje­ti­vo en el eje cen­tral, entre la abuela que nos vig­i­la con sus­pi­ca­cia y los sol­da­dos que hemos encon­tra­do en el camino, descon­cer­ta­dos, agi­tan­do los bra­zos frente a la cámara. Sin olvi­dar el ermi­taño nece­si­ta­do de amor y el prometi­do decep­ciona­do, todxs recuer­dan al espectador/a, que ellxs tam­bién desem­peñan un papel, el de testigos.

Los per­son­ajes son entrañables, a veces resul­tan lig­era­mente mezquinos pero irra­di­an un amor bru­to que no se nom­bra, que vamos dige­rien­do lenta­mente porque el doc­u­men­tal se desliza sin prisas. Los paisajes bar­ri­dos por el vien­to se leen como si se tratase de relatos con múlti­ples referencias.

Nos sumergi­mos en extrañas esce­nas de tinte reli­gioso o dis­putas entre las mujeres del hog­ar, en situa­ciones cómi­cas o car­gadas de emo­ción. Los insul­tos son descar­na­dos, las ancianas mali­ciosas. Entre com­plots y emboscadas se van tra­man­do los espon­sales, se cuchichea a propósi­to del éxo­do rur­al, la vejez, el anal­fa­betismo pero tam­bién sobre políti­ca y exilio. Nos aden­tramos en una intim­i­dad que abar­ca des­de la sies­ta has­ta el aseo cor­po­ral; mien­tras tan­to en la coci­na se comen­tan el mun­do, las esper­an­zas, las penas y los sinsabores.

Se tra­ta de un doc­u­men­tal que inci­ta al encuen­tro, que nos hace via­jar al cotid­i­ano de una famil­ia kur­da. Los pro­tag­o­nistas com­parten durante un breve lap­so de tiem­po el rit­mo cotid­i­ano, inten­tan­do crear lazos comu­ni­tar­ios, a pesar de las cir­cun­stan­cias, más allá de las gen­era­ciones, los ren­cores y la tradi­ción. Esta­mos en ver­a­no, hace bochorno, el cielo está car­ga­do de nubar­rones, pero inten­ta­mos ahuyen­tar las tor­men­tas amenazadoras.

Podéis vision­ar la pelícu­la ínte­gra en el por­tal bed.bzh, así como 800 doc­u­men­tales disponibles online, en par­tic­u­lar los del aparta­do Notre corps est une armeGer­ril­la explo­ra tam­bién la cuestión de la comu­nidad, el exilio, las tradi­ciones uti­lizan­do para ello de man­era sor­pren­dente el cam­po / con­tra­cam­po. Pri­siones, doc­u­men­tal que comen­ta­mos en la cróni­ca prece­dente, rela­ta la huel­ga de ham­bre del 2000…

Sub­tí­tu­los en francés (Esta­mos bus­can­do la ver­sión en español…)

Kurdish lover film


Traducido del francés por Maite.

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