English | Français | Castellano
Entrevista realizada desde Londres, por Hilal Seven y publicada en inglés, en The Refugee Journalism Project.
Si hay algo más difícil que ser unx refugiadx, es ser unx refugiadx gay. La historia de Rosida Koyuncu es exactamente eso. De hecho, no es sólo su identidad gay lo que dificulta su historia, sino que todas sus otras identidades se añaden a su lucha. Como este mes es la “Semana del Refugiado” y la “Semana del Orgullo”, hablé con Rosida sobre su viaje de Turquía a Europa.
Rosida vive desde hace tres años en Ginebra, Suiza, donde estudia cine en una escuela de arte. Ha estado escribiendo en plataformas como KaosGL y Kedistan por más de cinco años. También dirige diferentes tipos de actuaciones y participa en eventos. Actualmente, trabaja principalmente en sus proyectos cinematográficos.
• ¿Cómo comenzó tu viaje?
Nací en 1988 en el pueblo de Bismil Diyarbakır. Hicimos nuestra primera migración en 1993, cuando nuestro pueblo fue quemado junto con otros cinco mil por la mano del gobierno de la época. Nuestra casa se quemó cuando yo tenía cinco años. Después de eso, tuvimos que emigrar al centro de la ciudad. Después de que nos mudamos a Diyarbakır, la persecución continuó.
Como saben, es inusual que alguien nacidx en el Kurdistán niegue su identidad kurda o que crezca sin ser politizadx. Por ejemplo, la cuestión del lenguaje. Cuando fui a la escuela, no hablaba turco. Teníamos una profesora, hizo que toda la clase perdiera el primer año porque ningunx de nosotrxs sabía turco. Era una mujer con una minifalda y esmalte de uñas. Imagina, vas a la escuela en China, te hablan en chino y no entiendes nada. Sólo estás conmocionado y es un gran trauma. Entonces empiezas a preguntarte: “¿Quién soy?”, “¿Qué soy?”, “¿Por qué estamos aprendiendo otro idioma?”, “¿Por qué no podemos usar el mismo idioma que usamos para hablar con nuestra madre aquí?”.
Y yo vengo de una familia política, por supuesto que siempre he tenido política en mi vida.
Cuando era niñx, mi padre estaba en prisión y solíamos visitarlo. Aparte de eso, había mucha confusión en mi cabeza, y el hecho de que los soldados vinieran a su pueblo me hizo cuestionarme muchas cosas todo el tiempo. “¿Por qué estos soldados vienen a nuestro pueblo todo el tiempo?”
Por ejemplo, hice una pequeña película de 10 minutos llamada “Recep Avareş Rosida”. Lo expreso al principio de esta película. Cuando tenía 5 años, mi madre, sentada frente a nuestra casa en llamas en el pueblo, llora, voy hacia ella y le pregunto: “¿Por qué lloras, por qué se quema nuestra casa?” Mi madre no me responde, pero sigue cantando lamentos y llorando.
Por supuesto, hay otras cosas que todos estos eventos han causado, ¿sabes?
Imagina todo lo que está grabado en la memoria de un niño pequeño. ¿Cómo no se puede politizar a ese niño mientras crece? Por otro lado, estoy en desventaja por mi identidad sexual, sobre todo en una región como esta… No necesito decírtelo, ya sabes lo difícil que es ser diferente. Cuando te preguntas “¿quién soy?” o “¿qué soy?”, no encuentras a nadie que te ayude a averiguarlo. Y crees que no eres normal, que estás enfermo…
• ¿Cuándo te diste cuenta de que eras diferente?
Yo era joven y formaba parte de un grupo de baile tradicional. Y me di cuenta de que tenía ciertos sentimientos por un chico de nuestro grupo. Nunca los habíamos expresado verbalmente, pero nos atraíamos el uno al otro. Pero cuando finalmente hablamos de ello, toda la magia se había ido. En el fondo, mientras intentas comprender, estás luchando contigo mismo. Un ejemplo de los resultados de este tipo de conflicto interno no resuelto es el suicidio que muchas personas terminan cometiendo.
Después de venir a Estambul durante mi período de conflicto interno, llegué a un punto más cómodo (¿me hizo mucho bien?). En ese momento, no conocía ninguna noción de gays o lesbianas debido al acceso limitado a la información. Esto lo aprendes cuando te encuentras con Internet. Por ejemplo, la frase común a todos los maricones es “estaba yo y sólo Zeki Müren”. (Zeki Müren era un cantante gay muy famoso en Turquía). Te das cuenta a medida que aprendes, y aprendes que hay otras personas como tú. Sin embargo, todavía había algunos pasos que yo mismo no podía aceptar. Ni siquiera pude compartir mis sentimientos con mi madre.
• ¿Has hablado con alguien de tu familia?
En realidad no, porque estás en un mundo heterosexista donde la familia está formada por un padre, una madre y sus hijos, lo que te deja al margen de ese mundo. Después de todo, vengo de una sociedad que es tanto feudal como masculina, y no es fácil luchar por una misma en tal sociedad. Mi mayor conflicto ha sido conmigo misma.
Por primera vez pude hablarle claramente a mi hermana cuando se dio cuenta de lo mucho que estaba sufriendo.
Una noche volví a llorar, rogándole a Dios: “Por favor Dios, por favor corrígeme y quítame estos sentimientos que tengo hacia los hombres o conviérteme en una mujer heterosexual”. Mi hermana me oyó llorar y me preguntó por qué estaba llorando. Dije: “Mi alma y mi cuerpo no coinciden”. Las palabras de mi hermana fueron entonces, una clave para mí. Me dijo: “Si estás llorando, eres tú, no llores porque eres tú mismo”. Mientras tanto, me llevaron a los médicos, me dijeron que estaba “enfermo”. Mi terapeuta me explicó que no era una enfermedad, sino una identidad sexual. Tenía casi 25 años cuando me acepté completamente…
• ¿Por qué estás en Suiza?
Pasé dos años en prisión en Turquía. Fui arrestada por “pertenencia a una organización armada”. En realidad, fui arrestada porque venía del Kurdistán, formaba parte del movimiento político kurdo y me preocupaba la política. Fui sentenciada a seis años y tres meses de prisión. Y después de dos años en prisión, vine aquí como invitada a un festival y pedí asilo para evitar volver a la cárcel.
Llevo tres años viviendo en Ginebra. Estoy aquí como refugiada política.
• ¿Cómo empezaste a escribir?
En realidad, empecé a escribir cuando era pequeña. Escribí un sketch llamado “Mamoste ez tirkî nizanim” que significa “Maestro, no hablo turco” y algunas historias cortas. Para mí, escribir es como vomitar. Vomito lo que hay dentro. Todo lo que me toca y me hace pensar, lo saco de mi interior y lo escribo.
Imagina que sigues diciéndote a ti misma, “no hay lugar para mí en este mundo”. Y una y otra vez, terminas creyéndolo. Todavía estoy escribiendo mi propio conflicto interno, mis propios testimonios. De hecho, en cierto modo, como dije, los vomito.
El 2 de julio de 2012, una niña llamada Roşin Çiçek fue asesinada en Diyarbakır por su padre y sus tíos, y nadie reclamó su funeral, ni legisladores ni funcionarios. En ese momento, este evento me hizo pensar mucho y empecé a pensar en lo que debería hacer. Desde entonces he estado escribiendo para varias plataformas y he publicado un libro llamado Voltaçark.
• ¿Qué le dirías a Rosida (Recep) de 15 años si tuvieras la oportunidad de hablar con ella ahora?
Creo que le diría: “Cálmate, vas a tener tu lugar en este mundo como todxs lxs demás. Sé que te buscas a ti mismo, pero asegúrate de encontrarte a ti mismo. Tienes que vivir por ti mismo, o no puedes ser feliz cuando vives con otra persona”.
Tengo 31 años ahora y creo que estaba en llamas cuando tenía 15. En ese momento estaba repartiendo periódicos. Tenía una camiseta que tenía impreso “aşitî”, paz en el idioma kurdo. Y cada vez que me la ponía, me preguntaba al pasar por las comisarías: “¿Me va a arrestar la policía por mi camisa?”.
¿Dónde estaba entonces y dónde estoy ahora? Cuando tenía 15 años era Recep, ahora soy Rosida. En el libro de Voltaçark también hablo de Recep. Dice: “Me llaman enfermo, pero ni siquiera me duele”.
• ¿Cuál es el aspecto más difícil de la vida de unx refugiadx?
Lamento mucho el deterioro de la situación en Turquía. Me pregunto si algún día volveré a Turquía. Estoy muy triste cuando veo las fotos. Por ejemplo, mi mayor temor en este período del covid era no poder ir a verlos si algo le pasaba a mi madre y a mi padre. Pero por otro lado, mi familia está feliz de que esté aquí, porque ya no estaré en prisión. Y estoy aprendiendo un nuevo idioma, construyendo una nueva vida, y eso es algo bueno.
• ¿Quién te inspira?
James Baldwin es una persona importante para mí. Hay un documental llamado “No soy tu negro” que cuenta una historia que es importante para mí. Es un homosexual negro, pero dice: “No soy tu negro”. De hecho, soy como el negro kurdo. Yo siento lo mismo. Mi objetivo es que tenemos que explicar esto a la sociedad kurda, y sé que no es fácil.
Por ejemplo, me defino como gay porque no me defino por los códigos de masculinidad. Creo que los kurdos también necesitan ver y reconocer estas diversidades. No sólo estamos en las grandes ciudades del mundo, también existimos en sus pueblos. Esta es la razón principal por la que quise rodar el cortometraje Kurnaqiz. Un niño kurdo en Kurdistán lleva un vestido de mujer. La película lo describe a través de la metáfora del vestido, sus conflictos internos y la exclusión que experimenta. Es una película que describe la sociedad.
• ¿Cuáles son las cosas que te dan esperanza y motivación?
Sé que la vida es muy corta. Especialmente después de una experiencia personal… Casi me ahogo mientras nadaba en un río aquí en Ginebra. Cuando recobré el sentido, me dije que la vida era corta y que tenía que vivirla al máximo. Dicho esto, todas mis experiencias son fuentes de motivación y energía vital.
• ¿Tienes algún nuevo proyecto?
La verdad, nunca hago una agenda o un plan. No planeé escribir libros cuando salí de la cárcel, pero tenía que explicar lo que había experimentado de alguna manera. Cuando empecé a escribir, no fue con la intención de convertirme en periodista o ganarme la vida. Conté todas mis experiencias a través de mi propio prisma.
Tal vez no a todxs les guste mi escritura, pero eso me motiva aún más (risas).
No sé qué haré en cinco años, pero me gustaría dirigir o trabajar en talleres de género en Rojava (norte de Siria) y en el cine.
Ahora tengo una vida más relajada y puedo vivir mi propio “yo”. Pero el hecho es que muchxs refugiadxs se encuentran en una situación muy difícil y las condiciones de vivienda son muy malas.
Si un amigo que conocía no me hubiera ayudado, me habría quedado en campos clandestinos como mucha gente, y créeme, nunca querrías estar allí. Aquí hay gente que conozco que ha estado en campamentos durante años y tienen el campamento como su único espacio de vida.
Ya que estamos en la “Semana de lxs Refugiadxs”, déjenme decir esto: Los europeos son responsables de la vida de todos los refugiados que mueren en el Mediterráneo y el Mar Egeo. Como no abren las puertas, llevan a esta gente a través de estas peligrosas aguas.
Así que no es fácil ser una refugiada y un homosexual y vivir en un campo. En Europa, el romanticismo no es de color de rosa. Una de las cosas que más deseo es poder traducir mi libro a idiomas como el inglés y el francés. Y hacer películas gays. ¡Quién sabe, tal vez venga a Londres algún día!
Imágenes proporcionadas por Rosida Koyuncu.