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El pasado Febrero la novela “No friends but the mountains” de Behrouz Boochani se vio recompensada con el premio Victoria, el galardón literario por excelencia del continente australiano. El libro no ha llegado aún a nuestras estanterías pero os queremos presentar el film de animación realizado por Lukas Schrank (en inglés, con subtítulos en francés) que relata las terribles condiciones en las que viven los refugiados encerrados en la isla de Manus.
La cinta fue proyectada en 2016 en el Festival de Douardenez (Bretaña francesa). Este y otros documentales, pequeñas perlas que reseñan atrocidades mediante el dibujo , como por ejemplo el hermoso “Migration” de Sylvaine Jenny, del que os hablamos en estas páginas, encuentran cobijo en bed.bzh.
Behrouz Boochani es kurdo iraní. Es periodista, cree en la libertad, los derechos humanos, la democracia. Huyó de su país para evitar la cárcel, tomó la senda del exilio en dirección a Australia. Una ruta larga y peligrosa, agotadora, que Behrouz describe con tristeza: no tenía nada que perder. Las imágenes desfilan en la pantalla: las calles de Yakarta, la cárcel, la miseria, los compañeros de ruta, la travesía. Las pinceladas son sombrías, pudorosas. Las voces de los testigos y el crujido del teléfono nos cuentan el resto.
Australia externaliza el control de sus fronteras y la política migratoria. Ha gastado cerca de un billón de dólares en la construcción de campos de retención en Papúa Nueva Guinea, donde emplazan a los exiliados en campamentos míseros, apartados del mundo, fuera del alcance de los medios de comunicación y la atención internacional.
Cuando el pequeño barco en el que intentaba llevar a cabo su travesía naufragó, Behrouz fue detenido y encerrado en la isla de Manus, pequeño confeti bajo la línea del ecuador del océano índico. Se trata de territorio papú. Huyó de Irán buscando libertad. Aquí, es inocente pero está cautivo. Su voz y la de Omar prosiguen el relato, las imágenes de animación reemplazan lo que no se puede filmar. El calor, la espera, las alambradas, la visita de las autoridades australianas, las relaciones con los isleños, la enfermedad, la desesperación, el desamparo. Y aquella noche, horrible, en la que los guardias se largaron, dejando el campamento y los prisioneros indefensos frente a la cólera de los habitantes, que no los quieren en sus tierras. Las voces reemplazan los dibujos y el silencio da paso a la violencia. Golpes, insultos, miedo, muerte. Rezos. Aunque, « esas cosas no funcionan en Manus Island ».
Violento testimonio de un campo de refugiados externalizado, financiado por un país que se niega a acoger dentro de sus fronteras a hombres y mujeres que huyen. Al otro lado del planeta, los paralelismos con Europa y Turquía son numerosos.
Behrouz Boochani escribe desde el campamento de Manus. Testimonia periódicamente acerca de las condiciones de reclusión y critica el sistema de detención offshore de Australia. Publica en el Guardian, se convierte en una voz conocida de un país que lo rechaza. Behrouz Boochani es un periodista en cautiverio. Y como tantos otros, desde su reclusión, continua desarrollando su oficio.
El libro, escrito por WhatsApp, ha sido publicado gracias a una iniciativa solidaria: el autor envía regularmente mensajes a una amiga, esta los recopila y los pone en manos de un traductor. Una técnica empleada para sacar su testimonio fuera del campamento, eludir la censura y los registros. “Tenía miedo de perder mi escritura. Era preferible que enviase inmediatamente lo que iba escribiendo”.
Behouz no ha podido desplazarse a Australia para recoger el premio pero ha expresado lo siguiente:
“Por un lado estoy contento porque hemos conseguido llamar la atención y mucha gente ha comprendido la gravedad de la situación, eso está muy bien… Pero por otro lado siento que no puedo celebrarlo porque muchos de mis amigos aquí presentes están sufriendo. Nuestro primer objetivo es alcanzar la libertad, salir de esta isla y comenzar una nueva vida”.
Abdul Aziz Muhamat, otro refugiado encerrado en Manus ha obtenido el galardón Martin Ennals otorgado por asociaciones defensoras de derechos humanos. “Necesitamos seguridad, libertad, esperanza. Oponerme a este sistema cruel contribuye a que pueda preservar mi autoestima y mi dignidad como hombre. Continuaré luchando hasta que seamos todos libres, en un lugar seguro”.
Entre los finalistas figura Eren Keskin.
Obviamente nos vienen a la mente los periodistas encerrados en Turquía. Zehra Doğan y sus compañeras. Los testimonios sacados de la cárcel. Los dibujos que expresan lo inenarrable. Los poemas nacidos tras las vallas.
Podéis profundizar en este y otros temas en el portal de bed.bzh (de acceso gratuito, con documentales en varios idiomas) en el apartado dedicado al pueblo papú y la serie de documentales consagrados a los aborígenes.
También podéis seguir la crónica cultural de Kedistan desde donde os informamos sobre reportajes en torno a las migraciones, películas de realizadores kurdos etc.
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