Türkçe Yeni Özgür Politika | Français | English | Castellano
Es primordial que las palabras de Aslı Erdoğan no se distorsionen o malinterpreten con traducciones temerarias, tal y como sucedió recientemente en Turquía 1. La autora ha accedido a que Kedistan publique la versión en francés, inglés y castellano, de la entrevista que acordó a Eylem Kahraman, del diario Yeni Özgür Politika.
A lxs miembrxs de Kedistan nos complace mostrarle una vez más nuestra solidaridad.
“Dedico mis premios a las mujeres que resisten”
“Tengo más de 50 años y he comprendido ahora que el incesante odio que se profesa en nuestra tierra a las mujeres ha influido también en mi destino.
¿Por dónde podría empezar?”
Aslı Erdoğan ha recibido numerosos premios literarios en muchos países y sin embargo en el suyo le dedican ataques infames. A lo que ella responde, en cada ocasión, con obras literarias que trascienden lo personal. Recientemente la editorial Aryen ha publicado la versión en kurdo de su novela “El edificio de piedra” (inédita en castellano): “Avahiya Kevirî û Ên Din”, traducida por el poeta encarcelado Erd. Agron.
En la entrevista acordada a Yeni Özgür Politika, Aslı Erdoğan se refiere a las dificultades de ser mujer en el mundo de la literatura,a la traducción de su libro al kurdo y a un período concreto de su vida del que nunca antes había hablado.
El Parlamento de Escritoras Francófonas ha decidido recientemente, como muestra de solidaridad, nombrarle miembro honorario. ¿Qué sintió al conocer la noticia? Al margen de los premios que ha recibido, teniendo en cuenta los últimos sucesos, ¿cree que recibe suficiente apoyo del mundo literario?
Estando en la cárcel descubrí la crucial importancia de la solidaridad de las mujeres. Para quienes luchan por su existencia, la solidaridad no puede reducirse a una noción abstracta. Nosotras, las mujeres de letras, llevamos a cabo una lucha existencial en todo el mundo.
Por supuesto agradezco los premios, pero he aprendido también a guardar las distancias con respecto a estas sanciones y retribuciones. Son el instrumento del sistema para hacernos dóciles. En mi país, maltrataron tanto mis libros que busco consuelo en los galardones. Al dedicar todos los premios que he recibido a las mujeres que resisten, a las mujeres encarceladas, asumo un rol representativo bastante difícil.
Teniendo en cuenta que en mi país esperaba tan poco del círculo literario, me avergüenza recibir tantas distinciones. Pero el respaldo llegado del extranjero, de Francia y Suecia especialmente, fue increíble. En las librerías de Francia se organizó una velada Aslı Erdoğan, mis textos se escenificaron en el Festival de Teatro de Aviñón… Me alegra que la atención suscitada por mi situación personal derive en interés hacia mis libros.
La profesión de escritor está, aún hoy, dominada por los hombres. Cuando hablan de un escritor, no utilizan el término “autor masculino”, pero si es una mujer la que escribe, hacen hincapié en el género. ¿Cuál cree que es la razón?
De todos modos, en un mundo que se expresa con el lenguaje del hombre, un autor será siempre un hombre…La regla ineludible de la dominación consiste en enmudecer, en transformar al otro en un objeto silencioso. Se crea la subcategoría “autora femenina”, asentando un juicio de valor. “Las mujeres son poéticas, pero no pueden ser poetas, sus mundos son reducidos, sentimentales, adornados como un bordado, no se prestan a la abstracción, la filosofía” etc… El hecho de que una mujer diga “yo”, que quiera existir por cuenta propia, despierta todos los dioses de la ira. Especialmente en nuestra geografía…
En el acto de escribir, si bien los hombres disponen de una libertad ilimitada, las mujeres se encuentran muy condicionadas, siempre se recalcan sus responsabilidades familiares y sociales. Cuando observamos la historia de la literatura, vemos que el mundo de las letras se comporta con idéntica crueldad. Por ejemplo, las obras de escritoras brillantes se consideran “biografías” o bien son despreciadas o ignoradas al considerar su relevancia como algo fortuito. ¿Cuál es la situación en la actualidad? ¿Ha encontrado este tipo de problemas y barreras?
Creo que la discriminación más arraigada es la que existe entre mujeres y hombres. Es una discriminación imperecedera. Data de al menos cinco a diez mil años… A lo largo de los siglos, las mujeres fueron esclavas explotadas sistemáticamente, no fueron alfabetizadas, sus vidas no constaban en los registros. Solo existían si formaban parte del imaginario y la percepción del hombre. La mayor parte de la creación femenina, los mitos, cuentos y la cultura oral han desaparecido. Al margen de Safo y algunas excepciones del Renacimiento, el hecho de que las mujeres salgan del anonimato y firmen sus escritos tiene, como mucho, dos siglos… En el primer cuarto del siglo XX, la universidad no aceptaba mujeres. Era imposible que una mujer del siglo XIX pudiera poseer el conocimiento y la experiencia para escribir una obra maestra como Guerra y Paz. La temática humana relevante quedaba relegada al monopolio de los hombres. La frase que más me enorgullece la escribió Ruth Klüger, en relación a “La ciudad de la capa roja” [inédita en castellano]: “Lo que la autora jamás ha perdido es su capacidad de describir una peligrosa caída, una completa ruina, que, hasta ahora, en el mundo de la literatura, solo los hombres podían experimentar hasta el final.”
En la actualidad nos siguen midiendo desde una perspectiva totalmente injusta, ignorándonos, despreciándonos. Fíjate en la vida de mujeres como Virginia Woolf, Clarice Lispector, Jean Rhys, Tezer Özlü, cuyo talento no fue reconocido en su época… Si en lugar de Aslı, me llamase Ali, o mejor aún, Albert, mis libros tendrían otra consideración. Pero asumo tanto mi nombre como mi destino.
Aslı Erdoğan, en su condición de escritora de reconocimiento mundial y activista de los derechos humanos, ha recibido premios literarios en muchos países, pero en el suyo no sólo no goza de ninguna estima, sino que han manchado su nombre en cada ocasión. Solicitaron para usted una pena a perpetuidad, la condenaron al exilio. Obviamente, todo esto ha abierto heridas en su persona. ¿Podría hablarnos de este tema?
Tengo más de 50 años y he comprendido ahora que el incesante odio que se profesa en nuestra tierra a las mujeres ha influido también en mi destino. ¿Por dónde podría empezar?
Con el paso del tiempo, el desprecio, la incomprensión, se transforman en exclusión y humillación y al final acaban en linchamiento y aniquilación. Violencia psicológica y económica, violencia llevada a cabo bajo envoltura legal, campañas de linchamiento… En primer lugar, me declararon mujer inmoral, mentirosa, neurótica, luego esquizofrénica, terrorista, traidora a la patria. Llevo cuatro años de juicio, mis libros se ignoran desde hace treinta años. La ciudad de la capa roja se ha traducido a quince idiomas. Se han escrito cientos de artículos sobre este libro en el campo de la literatura internacional. En Francia, gracias a este libro, me eligieron como uno de los cincuenta escritores que pasarán a la posteridad, me compararon a Kafka y Artaud. Cuando se compara a un escritor varón con Kafka, hasta los más sordos se enteran. ¿Cuántos artículos ha leído en Turquía sobre La ciudad de la capa roja?
Sobre todo, después de mis columnas en Radikal y mi posterior despido, las puertas se cerraron de golpe. Me envolvió un silencio mortal. Un libro sobre mi persona, repleto de denigración hacia las mujeres, anunciado a gritos, se convirtió en noticia de primera plana, me arrojaron ante las masas para someterme a una violación colectiva. Recuerdo cómo, exceptuando a las escritoras nuestra intelligentsia, se convirtió en guardián de la masculinidad. Por aquel entonces me invitaron a un evento literario en Izmir. Me dijeron que no quedaban habitaciones en los hoteles. Sólo podía alojarme en Basmane 2. Como no conocía Basmane, tuve que ignorar esta afrenta y pasé una noche memorable. Al mismo tiempo, me anunciaron que Noruega me incluía en la colección MARG, compuesta por veinte autores entre los que se incluyen W.G. Sebald, H. Cixous. Tenemos un servicio de inteligencia que no lee a sus contemporáneos, que se atasca en una frase y agarra su pluma, que le gusta demasiado el lenguaje del poder. Además, es mujer, ¿qué podría haber escrito?
Siempre he caminado sola, he seguido mi propia ruta. Nunca he formado parte de una comunidad, una pandilla. Me he mantenido alejada de las relaciones de poder que considero feudales. No tenía donde no tenía nadie que me respaldase, ni siquiera estaba bajo el patrocinio de un hombre. Fue fácil para ellos devorarme, pero creo que les he revuelto el estómago.
“El Convenio de Estambul, es una espina que se les ha quedado atravesada en la garganta.”
Ha seguido las noticias sobre Turquía de muy cerca. ¿Cómo ve la situación actual? ¿Qué opina de la actitud del Estado hacia el Convenio de Estambul, sobre los ataques y represión dirigidos contra las organizaciones de mujeres, las activistas?
Vivimos una época en la que la violencia estatal no tiene límites. La persecución y la tiranía practicada bajo cobertura legal se está extendiendo en la sociedad, estrato por estrato y las víctimas van en augmento. El Convenio de Estambul es una espina que se ha quedado atravesada en la garganta de una mentalidad que declara que las mujeres y los hombres no pueden ser iguales… Arremeten contra las mujeres, las mujeres que resisten de manera organizada… En realidad, detrás de este discurso machista hay un profundo miedo a las mujeres. Turquía es el país que más mujeres encarcela con pretextos políticos. Me parece importante la reacción de KADEM3. Creo que la solidaridad entre mujeres es una cuestión vital. La mujer no debería ser el “lobo de la mujer”, sino su futuro.
“Escribir sobre las cárceles es mi deuda con los presos”
El paso por la carcel fue un punto de inflexión en su vida. Usted anunció no hace mucho que estaba pensando plasmarlo en un libro. ¿Ha podido llevarlo a cabo?
Teniendo en cuenta que lucho contra una enfermedad despiadada, durante este último año solo he podido concentrarme en mantenerme en vida. Estoy en el exilio, lejos de mi mesa de escritura, de mi biblioteca, mis brazos están como cortados… Lo más terrible es que me hayan arrebatado mi idioma, que es mi única patria… Escribir sobre la cárcel es mi deuda tanto con Aslı la autora, como con Aslı la prisionera, que se quedó tras los barrotes y que sigue esperando silenciosamente entre cuatro muros… Y, sobre todo, mi deuda con todos los presos… ¿Tengo la fuerza para hacerlo? Me quedan fuerzas para entrar en el Edificio de Piedra, una vez más, eternamente, no lo sé.
Recientemente la Editorial Aria ha publicado la versión en kurdo de El Edificio de Piedra. ¿Cómo surgió la idea de esta traducción al kurdo?
Lo deseaba mucho desde hacía años. Diferentes traductorxs lo intentaron con diferentes libros, pero no resultó. Todo el mundo quedó atrapado en un temporal de opresión política, crisis económica, pandemia… Había perdido la esperanza. La autora del libro El edificio de piedra pasó por la cárcel, su traductor lleva tiempo entre rejas…
Su traductor Erd. Agron es también poeta y preso. ¿Cómo lo conoció? ¿Es su primer libro traducido al kurdo?
Es mi primer libro. Erd. Agron y yo no nos hemos visto. Mientras no cambie la situación, desafortunadamente no podremos conocernos cara a cara. Pero es uno de los que mejor conocen mi lenguaje. Yo desgraciadamente, aún no he podido leer sus poemas. El encuentro fue posible gracias a nuestro editor.
¿Ha cedido los ingresos obtenidos con este libro a la editorial para que puedan seguir publicando obras en kurdo, escritas en las cárceles?
El veto sobre el idioma kurdo, las opresiones todavía vigentes, hacen que todas y todos tengamos una deuda con este idioma. Los kurdos, como todos nosotros, tienen derecho a existir a través de su idioma, de sus propias historias.
Creo que en Turquía hay una literatura underground muy potente, una literatura carcelaria. En 2007, en las prisiones de tipo F, podíamos hacer talleres de literatura. Pero hoy en día, a los prisioneros les arrancan los libros de las manos. Cuando estuve en la cárcel, un preso podía tener un máximo de diez libros, ahora lo han reducido a cinco. Confiscan las bibliotecas que los pabellones protegen con mimo. Si lxs que están adentro siguen escribiendo, a pesar de las condiciones, los de afuera debemos hacer todo lo posible para que los libros encuentren lectorxs.
Aprovecho la ocasión para saludar a las amigxs que están en la cárcel, a mis compañeras de celda. Nibel Genç fue una de ellas. Leí su entrevista en vuestro periódico, me emocionó. Estoy impaciente por leer su libro. Presiento que es un libro extraordinario.
El edificio de piedra es, en lo que respecta a su lenguaje y construcción dramática, un libro muy diferente. ¿Podría contar a nuestrxs lectorxs algo más sobre esta obra, que es fruto de un trabajo muy cuidadoso?
El edificio de piedra habla de confinamiento y desestructuración, una metáfora de los traumas de los que no podemos escapar. Pero, en realidad, es también una metáfora de la memoria, del ego4, y en cierto modo, de la historia… Una memoria que se llena de aguas anegadas, de barro, una historia que no permite que exista ninguno de sus personajes, incluidos el narrador y el autor. Un ego que estalla constantemente bajo los traumas: que muere, que permanece en vida, que se delata y es delatado… Un aterrador estallido de risa, un grito en el desierto… Un ángel caído entre los humanos y un loco que lleva la misma cicatriz que él…
En este libro utilicé una técnica narrativa que nunca antes había experimentado. La narradora – yo – es como una cáscara vacía a través de la cual van fluyendo las voces… Los personajes del libro, es decir, las voces, son como miembros de un coro que, aunque canten la misma melodía, no pueden oírse entre sí. Compuse este libro con historias sin comienzo ni fin, cíclicas, e incluso en jirones tejidos como un lienzo, con principios de armonía y contrapunto, como la música de cámara. Me mantuve alejada de las técnicas narrativas clásicas, de personajes cuyos límites se definen, se enriquecen, a medida que se va tejiendo la trama. Pienso que esto es una tortura para los y las lectorxs. El hecho de que la traición, la locura, la ruptura, temas de un gran peso emocional, sean tratados con un lenguaje poético… Llevo al lector/a hacia un vórtice emocional, hacia un vacío, privándolos de la liberación que podría ofrecer una tragedia, una catarsis. Les recuerdo que, en el edificio de piedra, pagarán un precio con sus propias vidas por cada cosa que vean, que sueñen.
“Las heridas son silenciosas pero aterradoras”
Aslı Erdoğan, ¿con qué estado de ánimo escribió estos textos tan intensos y poéticos, ¿cómo se enfrentó a tanto sufrimiento?
En mi vida ha habido una pérdida real y creo que los lectores también sienten ese dolor. Hay verdades de las que nunca he hablado, nunca he podido hablar…
En los años 92 y 93, en Estambul, viví con migrantes africanxs. No fue por un posicionamiento político, ni por curiosidad. Simplemente me enamoré. Viví con ellos y aprendí bambara. Descubrí entonces una violencia que ni tan siquiera hubiese podido sospechar hasta aquel entonces. La violencia y el racismo hacia quienes están abajo del todo, lxs sin papeles. Ahora, cuando han transcurrido treinta años, comprendo que en aquel 93 viví y perdí la experiencia amorosa más intensa de mi vida. Podéis considerar este libro como una especie de lamentación muy tardía por alguien que perdí hace 22 años. Al escribir este libro encontré no ya la persona, sino su ausencia y me extraño al descubrir que las heridas sean todavía hoy tan profundas y silenciosas. Quisiera terminar con un extracto del libro: “Las heridas son a menudo silenciosas, pero cuando hablan, su voz es aterradora”.
Fotografía: Carole Parodi