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Una noche en Lon­dres con Zehra Doğan… sen­tadas alrede­dor de una mesa pequeña, con nues­tras respec­ti­vas tazas de té. Frente a mí, Zehra dibu­ja a Ley­la Güven, en huel­ga de ham­bre. Yo mien­tras tan­to preparo las fotos de cien­tos de obras que Zehra ha traí­do a Lon­dres. Absortas en nues­tras respec­ti­vas tar­eas, vamos charlando…

¿Por qué no me has hecho una entre­vista? Quería dar mi primera entre­vista a Kedis­tan. Estoy enfada­da con­ti­go”, dice Zehra. Con­fieso: “sabíamos que ibas a estar muy solic­i­ta­da después de tu lib­eración. Te lo escribí inclu­so… y eso es lo que ha suce­di­do. Com­prendi­mos que estabas asfix­i­a­da ante la avalan­cha de solic­i­tudes, así que el equipo de Kedis­tan decidió no molestarte. ¿Qué te crees?, nos hubiese encantado”.

¿Qué te parece si lo hace­mos aho­ra? ” nos dec­i­mos entre risas. Y a las cua­tro de la mañana, la char­la se con­vierte en una entre­vista grabada…

Es cier­to que nue­stro inter­cam­bio de 45 min­u­tos gen­era una entre­vista larga, pero merece la pena prestar­le aten­ción. Si te apetece aden­trarte en la obra de Zehra, este es el momen­to. Puede que algunxs de vosotrxs hayáis vis­to sus orig­i­nales o repro­duc­ciones expuestos en difer­entes lugares de Europa en los últi­mos dos años. Tam­bién es prob­a­ble que la hayáis des­cu­bier­to a través de las pági­nas del libro “Con los ojos abier­tos de par en par” o en la Web. Las obras del últi­mo perío­do de prisión son aún más impre­sio­n­antes tenien­do en cuen­ta los pre­car­ios medios uti­liza­dos y el ful­gor que des­ti­lan sus pinceladas…

Zehra, un proyec­to te rond­a­ba des­de hace tiem­po. Nos lo comen­taste en tus car­tas: abrir un taller de arte en Mardin, para que los niños puedan acer­carse al arte; no solo los niños… Cuan­do te lib­er­aron, ¿qué tipo de estí­mu­lo recibiste para lle­var ade­lante este proyecto?

Sí. De hecho, se trata­ba de un proyec­to más com­ple­jo que un taller de arte para niños. Puedo describir­lo así: en la casa en la que vivíamos en Sur, en el bar­rio históri­co de Diyarbakır, rein­a­ba una atmós­fera espe­cial. En Sur habíamos logra­do crear una atmós­fera espe­cial entre ami­gos, numerosos pin­tores, escul­tores, artis­tas var­ios, todos jun­tos. Era una casa en la que se debatía y se cre­a­ba con­stan­te­mente, había una ver­dadera dinámi­ca artís­ti­ca. Artis­tas de otros país­es se qued­a­ban en oca­siones allí, enrique­cien­do dicha dinámi­ca. Per­sonas sin expe­ri­en­cia artís­ti­ca par­tic­i­pa­ban en este ambi­ente y comen­z­a­ban su andadu­ra. Intenta­ban dibu­jar, pin­tar, escribir poemas…crear. La casa se con­vir­tió en un espa­cio artís­ti­co seme­jante a un atelier.

Los veci­nos podían lla­mar a nues­tra puer­ta y pre­gun­tar: “ten­go un ser queri­do, ¿puedes hac­er su retra­to?”. Nues­tras activi­dades habían des­per­ta­do la curiosi­dad y el respeto de los res­i­dentes del bar­rio. Nos salud­a­ban, pre­gunt­a­ban si nece­sitábamos algo… en todo caso, era un ambi­ente muy agrad­able. Y me pre­gunt­a­ba: “¿por qué no crear algo pare­ci­do en Mardin?”. El proyec­to era en real­i­dad una especie de con­tin­uación de aque­l­la expe­ri­en­cia. Todavía no ha comen­za­do y de hecho, no se limi­ta a los niños. Un lugar que per­mi­ta crear una atmós­fera cre­ati­va, donde todo tipo de mate­r­i­al artís­ti­co esté a dis­posi­ción de las per­sonas que quieren acced­er a él, con ganas de crear, par­tic­i­par en debates…

Cuan­do salí de la cár­cel, me encon­tré con un interés inten­so y cáli­do por parte de los niños. Cien­tos de niños querían hablar con­mi­go, hac­erse fotos. Dibu­ja­ban, me mostra­ban sus crea­ciones, “ves, ¡yo tam­bién dibu­jo!” me decían entu­si­as­ma­dos. Me ofrecían sus dibu­jos… en cuan­to a las famil­ias, me pre­gunt­a­ban: “¿Dónde podemos com­prar mate­r­i­al de arte? ¿Cómo hace­mos para que nue­stros hijos apren­dan y prac­tiquen el arte?”. Los padres me decían: “¿cuán­do vas a abrir tu pro­pio estu­dio? Quer­e­mos enviar a nue­stros hijos allí “, “¿puedes apun­tar a mi hijo?”. Algunos padres pens­a­ban que era nece­sario inscribirse. En fin, creo que era su man­era de ver las cosas… yo sin embar­go imag­in­a­ba un lugar con puer­tas abier­tas a todos. Pero fue muy agrad­able cap­tar ese entu­si­as­mo. Por lo gen­er­al los niños sue­len decir que quieren con­ver­tirse en doc­tores, abo­ga­dos, inge­nieros… Las famil­ias tam­bién. Sin embar­go, en mi tier­ra, fueron numerosos los niños que me dijeron ” ¡cuan­do crez­ca, seré artista!” y sus famil­ias los apo­yaron. Me procuró una gran dicha.

Has expre­sa­do en repeti­das oca­siones que el arte debe pertenecer a la gente. En tu con­cep­to de taller, vis­lum­bras tam­bién un lugar de creación abier­ta y los niños y sus famil­ias van en la mis­ma direc­ción. Es pura felicidad.

¿Qué hay de tu famil­ia? ¿Qué pens­a­ba tu famil­ia cuan­do tus obras salían de la cár­cel y lle­ga­ban a sus manos? Cuan­do te pusieron en lib­er­tad, ¿hablasteis de estas cosas? ¿Quieres com­par­tir esa expe­ri­en­cia con nosotros?

Al prin­ci­pio, mi famil­ia no presta­ba mucha aten­ción a mis crea­ciones, al menos no como aho­ra. Es decir, siem­pre apre­cia­ron mis dibu­jos, cuan­do era pequeña tam­bién, pero no con­sid­er­a­ban el arte como una pro­fe­sión real, mi famil­ia no quería que me con­virtiera en pin­to­ra. No sig­nifi­ca que mis padres estu­viesen en con­tra, o que me impi­diesen seguir ade­lante, pero como muchos padres, soña­ban con hijos médi­cos, abogados.…

Los dibu­jos que hice en la cár­cel no fueron los primeros que vieron, no. Por ejem­p­lo, hace unos años col­gué una de mis pin­turas en la pared de casa. Y de repente un día, qué es lo que veo, que mi madre ha plan­ta­do allí sus agu­jas de coser. Me enfadé y le pre­gun­té, “¿por qué has trans­for­ma­do mi lien­zo en un por­ta agu­jas?”. Me respondió: “¿qué? ¿Sería preferi­ble que mis agu­jas se perdiesen?”. Años después, tenien­do en cuen­ta que me encar­ce­laron por uno de mis dibu­jos, el interés que mis obras sus­cita­ban, el hecho de que los ami­gos que venían a casa pidiesen ver mis dibu­jos, con­tribuyó prob­a­ble­mente a que mi famil­ia percibiese mi tra­ba­jo des­de otro pris­ma. Algo pare­ci­do sucedió cuan­do en Nue­va York Banksy proyec­tó mi dibu­jo de Nusay­bin por enci­ma de su mur­al… Creo que mi famil­ia pen­só, “sig­nifi­ca entonces que nues­tra hija hace algo bueno”. Al pare­cer un día mi padre se colocó frente al dibu­jo colo­ca­do en la pared de nues­tra casa y lo con­tem­pló durante mucho tiem­po. Dijo “resul­ta que este cuadro es una obra maes­tra, pero durante años no nos habíamos enter­a­do” (se ríe). A decir ver­dad tam­poco se trata­ba de una super obra. Es decir, no merecía may­or interés que el demostra­do por mi famil­ia durante años. Lo vieron como una “obra maes­tra”, cuan­do se dieron cuen­ta del interés sus­ci­ta­do por mi tra­ba­jo pos­te­ri­or, esa es la real­i­dad. Fue bas­tante curioso…

Cuan­do estuve en la prisión de Tar­so, mi padre me pre­gun­tó en una ocasión: “no te lo tomes a mal, pero ten­go mucha curiosi­dad por com­pren­der de qué tratan tus dibu­jos. ¿Qué quieres expre­sar? Hay mujeres desnudas, pechos grandes, ojos grandes…” Cuan­do empecé a dar­le expli­ca­ciones, me inter­rumpió. “Eso es lo que había com­pren­di­do. Pen­sé que sus ojos eran grandes, porque veían cosas, tes­ti­mo­ni­a­ban, difundían un men­saje”. Com­prendí que su inter­pretación era certera.

Mi famil­ia colo­ca­ba en el sue­lo todos los dibu­jos que iban salien­do de la cár­cel y durante horas trata­ban de inter­pre­tar su sig­nifi­ca­do. Mis seres queri­dos comenta­ban entre ellos- “Lo que está inten­tan­do explicar es esto… Usó ese col­or, por esa razón”. Mi madre escribió can­ciones y súpli­cas para mí. Mis sobri­nos y sobri­nas, ten­go 14, dicen, “cuan­do sea may­or seré artista”. Son cosas muy boni­tas para mí.

De hecho, Mardin es una ciu­dad que cría a sus hijos en el arte. La propia vida es arte. Mardin invi­ta a la gente a una exis­ten­cia feliz, sus habi­tantes enrique­cen sus con­ver­sa­ciones diarias con cuen­tos, citas. Tal vez mi terquedad haya hecho vis­i­ble algo ya que existía…

Sig­nifi­ca que ellxs com­prendieron exac­ta­mente lo que querías expresar…

No com­par­to la idea de que el arte pue­da com­pren­der­se de un modo cert­ero o erróneo.

Voy a refor­mu­lar la pre­gun­ta: ellos cap­taron lo que deseabas transmitir.

Eso es. No existe lo cert­ero y lo erró­neo. No podemos decir “Aho­ra com­pren­den el arte”, sino más bien “Com­prendían el arte pero aho­ra su mira­da ha alcan­za­do otra dimen­sión”.

Zehra Doğan Tarsus
Prisión de Tarso, exposición improvisada antes de la liberación de Zehra.
Zehra junto a la pequeña Ayşe, hija de Şemal y Hülya, otra amiga codetenida.

Nos hablabas en tus car­tas de las activi­dades artís­ti­cas den­tro de la cár­cel. Nos escribiste que al comien­zo de tu cau­tive­rio dabas clases de dibu­jo a tus com­pañeras pre­sas. Y con gran humil­dad decías: ” estoy tratan­do, den­tro de mis posi­bil­i­dades, de socializar el arte”. Nos comen­taste que había otras mujeres tal­en­tosas. Y en una eta­pa pos­te­ri­or comen­za­ste a crear jun­to a ellas. E inclu­so, en la parte pos­te­ri­or de muchas de tus obras fig­u­ran los nom­bres de todas las par­tic­i­pantes. Se tra­ta de crea­ciones colec­ti­vas… Y ese enfoque colec­ti­vo ha con­movi­do, ha impre­sion­a­do a las per­sonas que han vis­i­ta­do tus exposi­ciones en difer­entes países.

Para mí, la vida es arte. Las per­sonas, prin­ci­pal­mente aque­l­las que están en la oposi­ción, se sitúan frente a algo que desafían, con sus ideas y pal­abras. El resul­ta­do de su creación es tam­bién arte. Todas las per­sonas que ejercen una labor, son en cier­to modo artis­tas, porque tratan de embel­le­cer la vida. El hecho de embel­le­cer la vida requiere una dis­ci­plina estéti­ca. Es la esen­cia de lo que apren­demos en las escue­las de arte. La escuela tra­ta sim­ple­mente de trans­mi­tir una dis­ci­plina fundamental.…

En prisión, varias de mis ami­gas esta­ban intere­sadas en el dibu­jo, la pin­tu­ra. Yo dibu­ja­ba en condi­ciones casi imposi­bles. Por ejem­p­lo, bajo la cama, con muy poca luz y mín­i­ma vis­i­bil­i­dad. Pero esa cir­cun­stan­cia les interesa­ba. Creo que me con­sid­er­a­ban sim­páti­ca y tes­taru­da. Primero todos ellas se acur­ru­ca­ban y me observ­a­ban tra­ba­jar. Después inten­té enseñar­les. Cuan­do digo “enseñar”, en fin hice lo que pude dadas las cir­cun­stan­cias. No piens­es en un gran apren­diza­je. Ya que cada una com­partía sus propias expe­ri­en­cias y conocimien­tos, yo tam­bién com­partí los míos. Que quede claro que no se trata­ba de lec­ciones pro­fe­sadas des­de arri­ba hacia aba­jo. Quiero incidir en esto porque no quiero que se me malinterprete.

Fue un peri­o­do muy intere­sante. Todas las ami­gas par­tic­i­pa­ban en la tarea cre­ati­va, algu­nas bus­can­do títu­los para los dibu­jos, otras numerán­do­los. Por ejem­p­lo, todos los viernes, después de limpiar nues­tra zona, lavábamos la ropa en el patio. Una vez por sem­ana teníamos dere­cho a tomar café. Durante esas pausas para el café, solía ras­gar una sábana o una camisa y extendía la tela en el sue­lo. En oca­siones eran mis ami­gas las que llev­a­ban a cabo la tarea. Después de tomar café uti­lizábamos el bor­de de la taza para dejar impre­siones sobre la tela. A veces surgían mar­cas cir­cu­lares, a veces el café se extendía a través de la tela toman­do difer­entes for­mas. Y todas observábamos los motivos que iban surgien­do. De todos mod­os, las ami­gas no me deja­ban nun­ca dibu­jar en soledad, “Espera, Espera, ¡ haz así, haz así!” Me decían… (Nos reí­mos). Juz­ga­ban: “eso no es genial”, “Mira mi mar­ca, es mucho más boni­ta”. Y efec­ti­va­mente así era. (Ríe de nuevo).

Col­ga­ba los dibu­jos en el tend­edero. Todo el mun­do se senta­ba enfrente y surgían los comen­tar­ios a acom­paña­do de tés y cig­a­r­ril­los… “Este es muy boni­to”, “este otro no está mal”… Pasábamos mucho tiem­po así, inter­pre­tan­do a veces en serio, otras de burla. En real­i­dad, aque­l­los instantes eran en sí mis­mos una exposición.

Recuer­do que, de repente, un día hice un dibu­jo que refle­ja­ba la prisión, en una toal­la… Lo col­gué como siem­pre, en el tend­edero. Y mi inten­ción era añadir como fon­do un tono ligero a base de té. Es decir quería que el dibu­jo sobre­saliese. Preparé el té, mojé en él la espon­ja y la madre Zeyno vio cómo prepara­ba el té para apli­car­lo sobre la toal­la y vino cor­rien­do y golpeó mi mano “¡para, para! ¡Lo vas a destrozar! ¡No hagas eso!”. Por mucho que inten­té expli­car­le que así quedaría más boni­to no hubo man­era. Dijo, “¡No! ¡No!” y no me dejó. Tiem­po después, vi a madre Zeyno en el patio. Esta­ba inm­er­sa en su libro. Yo seguía tenien­do en mente la idea de añadir un fon­do al dibu­jo. Me fui acer­can­do poco a poco al tendedero,…me ve y me regaña: “¡ni puedo leer tran­quila, ten­go que estar pen­san­do todo el rato que esta chi­ca va a venir y hac­er­le algo al dibu­jo!” (Se rie). Es como si a lo lejos viese a un niño con inten­ciones de estro­pear el dibu­jo. Sin embar­go, fui yo la que real­izó aquel dibu­jo… Se adueñó de él. Tenien­do en cuen­ta que dibu­ja­ba mien­tras habla­ba con ellas, les con­sulta­ba cosas, iba apren­di­en­do sobre la mar­cha, cada una de ellas veía su sel­lo en mis dibu­jos, por lo que se per­mitían darme en la mano y decirme “¡lo vas a destrozar, así que para un poco!”…Al final acabé por añadir un fon­do a escon­di­das la mañana sigu­iente, antes de que Madre Zeyno despertase.…

¿Qué dijo la Madre Zeyno cuan­do lo vio?

Cuan­do se des­pertó por la mañana y lo vio, dijo, “oye, no está tan mal, está bien”. Se le olvidó que el dibu­jo lo había real­iza­do yo… Ese des­cui­do es algo exce­lente. Ellas olvi­dan. No te suben a un pedestal dicien­do: “Dios mío, es una artista”. Se les olvi­da. Es como si lo hubiese real­iza­do ella. Eso es lo bueno.

Por ejem­p­lo Elif … Elif es una mujer muy joven. Una mañana, se des­pertó y dijo, “Zehra, tuve un sueño”. La víspera por la tarde, habíamos hecho mar­cas con el café y habíamos deja­do que el dibu­jo se secara, con la inten­ción de hac­er reto­ques al día sigu­iente. Elif me con­tó su sueño: “miramos el cielo. El cielo está lleno de estrel­las, pero las estrel­las son las mar­cas que dibu­jamos ayer en la sábana”. El dibu­jo de anoche apare­ció en su sueño. Me con­movió mucho. Este tipo de cosas me pro­por­ciona­ban una dicha inmen­sa. Ter­mi­namos el dibu­jo jun­tas y escribí su his­to­ria en la parte posterior…


“Estrellas”
Prisión de Amed, 25 de Agosto de 2018
Creación colectiva del Distrito BK‑4. Café, cúrcuma, ceniza, lápiz, pintura robada.

El hecho de que mis ami­gas se apropi­asen de las obras, que se encon­trasen refle­jadas en ellas, que soñas­es con ellas, era muy intere­sante y muy inten­so, me hacía sen­tirme muy feliz. Aparecían siem­pre con nuevas ideas. “Ten­go una idea. No me ha aban­don­a­do des­de anoche. ¿Puedes dibu­jar­la?” me decían o “dibu­ja tam­bién esto”… Dibu­jo para cada una de ellas. El día de mi propia lib­eración, por la mañana, dibu­jé para otras dos ami­gas. Cuan­do salí, todas las ami­gas de Tar­so tenían un dibu­jo. Reservé las dos, tres sem­anas ante­ri­ores a mi lib­eración para dibu­jar para ellas. En los últi­mos días, mon­ta­mos una exposi­ción en el patio y ped­i­mos que nos sacasen fotos.

En real­i­dad mi primera exposi­ción no es la que llevó por títu­lo “141” que con­tenía dibu­jos de mi estancia en la prisión de Mardin y se real­izó en Diyarbakır. Mi primera exposi­ción tuvo lugar en la propia prisión de Mardin. La primera exposi­ción de mi vida…, una exposi­ción de verdad.

Mis com­pañeras de cel­da hicieron todos los prepar­a­tivos. Orga­ni­zamos inclu­so una fies­ta. Por ejem­p­lo, quitas la miga de pan y la pones a secar al sol. Luego la colo­cas en una fun­da de almo­ha­da y gol­peas con el fon­do de un vaso. De esta man­era obtienes una especie de hari­na. Le agre­gas choco­late fun­di­do en el samovar, un poco de leche y aceite. Una vez bien mez­cla­do, lo cue­ces en el samovar. Al final, hici­mos bolas del tamaño de cani­cas y las sumergi­mos en coco ral­la­do. Jun­to a esos dul­ces pusi­mos algu­nas gal­letas y zumos de fru­ta, y ya, ese fue el cóc­tel de aper­tu­ra de la exposi­ción… Colo­camos los dibu­jos con­tra las lit­eras. Así orga­ni­zamos la exposición. ..

Una exposi­ción de verdad…

Sí! La exposi­ción de Mardin tuvo mucho éxito.

¿No es eso colec­tivizar el arte? No sirve que te colo­ques a un lado y los demás al otro lado. No estás, en tu condi­ción de “artista” entre algo­dones. Prac­ti­cas el arte, el arte es tu filosofía. Eso es, nada más. No es una iden­ti­dad o un privilegio.

Se supone que es parte inte­grante de la vida…

Sí. Lo que más me asus­ta aho­ra es el ries­go de perder esa sim­pli­ci­dad. Cuan­do salí, estuve muy solic­i­ta­da. Fue muy inten­so. Esa inten­si­dad me asustó un poco. Porque sigo pen­san­do, me pre­gun­to: “Zehra Doğan, ¿qué estás hacien­do? ¿Qué estás hacien­do en este pre­ciso instante? ¿De ver­dad eres tú? ¿Es posi­ble que te influyan neg­a­ti­va­mente?”… En este inten­so interés que sus­ci­to, ten­go miedo de perderme…Puede suced­er que después no me encuen­tre. En cuyo caso no sería feliz. Cuan­do una per­sona se mira a sí mis­ma y se ve como “alguien impor­tante”, al cabo del tiem­po puede per­ju­di­car­le. Quiero decir, así lo veo yo. En todo lo que he hecho has­ta hoy, en todos lados, en Jin­ha, en la cár­cel, la gente que me ha apre­ci­a­do, lo ha hecho acep­tán­do mi lado bueno y mis errores. Yo tam­bién quiero a las per­sonas de ese modo. Cuan­do te ves a ti mis­mo como “alguien impor­tante” no hay lugar para el error. Y el ser humano ya no es humano. La per­son­al­i­dad de un ser humano tam­bién con­tiene errores. Haces ton­terías, te enfadas… algu­nas per­sonas se eno­jan con­ti­go… tienes que digerir inclu­so esa dis­cor­dia. Porque las críti­cas que te diri­gen requieren aceptación. Pero si te colo­cas a ti mis­ma en un pedestal, no lo conseguirás.

Hoy, gente que ni siquiera conoz­co, se me acer­ca con cautela. Todavía estoy atur­di­da, pero es her­moso. ¿Pero soy lo sufi­cien­te­mente mod­es­ta como para enten­der e inter­pre­tar todo esto? ¿Sabré siem­pre quién soy? Para ello es pre­ciso que exista un patrón. De lo con­trario, no será posible…

Hoy, si digo algo absur­do, Naz puede criti­carme. Yo la escucharía… si me enfadase con ella se lo diría y ella lo acep­taría, porque es una críti­ca que ven­dría de la Zehra que ella conoce. Pero, mañana, si empiezo a creérme­lo puede que deje de escuchar las críti­cas de Naz, o ella deje de acep­tar las mías. Puede que estas cir­cun­stan­cias con­vier­tan el ser humano en alguien des­dicha­do, más inclu­so que las difi­cul­tades propias al aspec­to mate­r­i­al, el con­fort, cosas sub­je­ti­vas… Que una per­sona duer­ma en la más her­mosa de las camas o en la acera, si su corazón no cam­bia, seguirá sien­do la mis­ma. Pero si tu cabeza, tu corazón dan impor­tan­cia a cier­tas cosas y te con­viertes en un mega­ló­mano, ya no impor­ta lo her­mosa que sea la cama o la acera, te con­ver­tirás en alguien egoís­ta… Por este moti­vo no se debe perder nun­ca el norte, es pre­ciso ten­er en cuen­ta este detalle.

En el arte sucede lo mis­mo. Nun­ca se debe dar la espal­da a las fuentes que te ali­men­tan. Nací en el Kur­dis­tán. Crecí, viví con los patrones del Kur­dis­tán y le di sen­ti­do a todo, a través de estas riquezas. Es cier­to que las injus­ti­cias, las masacres que esta­mos pade­cien­do son una gran des­gra­cia, pero tam­bién ten­emos bue­nas opor­tu­nidades. Se tra­ta de una lucha, que la may­oría de la gente euro­pea no podría sopor­tar, ningún niño podría aguan­tar. Sin embar­go nac­er en la lucha kur­da es una opor­tu­nidad para un niño. En real­i­dad, es inclu­so un lujo… debe­mos enten­der esto e inter­pre­tar­lo bien. Igno­rar­lo sería un gran error. Supon­dría destru­irse a sí mismo.

Sí, es cier­to que el Museo Tate Mod­ern me da la opor­tu­nidad de expon­er en Lon­dres, y si se orga­ni­zan otras exposi­ciones en Inglater­ra, en Fran­cia y en otros país­es y ciu­dades, por supuesto que acep­taré, iré. Tam­poco les voy a dar la espal­da, porque se trate de Europa. Voy a inten­tar estar en todas partes, mez­clan­do la real­i­dad con mi iden­ti­dad kur­da, tratan­do de man­ten­er una mira­da uni­ver­sal. Si me focal­i­zo úni­ca­mente en mi propia tier­ra y doy la espal­da al exte­ri­or, ¿cómo podría trans­mi­tir lo que ha suce­di­do a mi pueblo y a mi gente?

Inten­to en cier­to modo hac­er un arte- protes­ta. Porque ten­go cosas que decir, porque mi gente tiene cosas que decir. Debo de servirme de todos los espa­cios de expre­sión que se abren frente a mí. ¿Por qué razón no podría la mis­ma per­sona tra­ba­jar en París y en Roja­va? Es lo que me gus­taría hacer…

Por otra parte, todas estas posi­bil­i­dades no han surgi­do úni­ca­mente por mi tra­ba­jo indi­vid­ual. Si hubiese avan­za­do en soli­tario para alcan­zar mis obje­tivos sería com­pren­si­ble que desease alcan­zar cier­to éxi­to. Es decir, se puede inclu­so com­pren­der a quienes se han abier­to camino en soli­tario y se lo han creí­do, puedes en cier­to modo acep­tar esa cir­cun­stan­cia. Pero no es en abso­lu­to mi caso. Yo exis­to úni­ca­mente gra­cias a los medios brinda­dos por la lucha kur­da. Quienes se pre­gun­tan “¿qué quiere expre­sar Zehra Doğan?, en real­i­dad están dicien­do, ¿qué quiere expre­sar la lucha kur­da?”. Tenien­do en cuen­ta que me he nutri­do de esa lucha, recor­rí el itin­er­ario que pusieron a mi alcance y me dije: “Mira, existe esta lucha, este es el camino por el que puedes avan­zar”. Por esta razón, no puedo cam­biar, no ten­go dere­cho a cambiar.

Por otro lado reci­bo apoyo de colec­tivos como Kedis­tan, PEN, Amnesty, Banksy y Ai Wei­wei y muchas otras orga­ni­za­ciones y per­sonas que no puedo citar. Si eres una per­sona con un poco de sen­ti­do común, com­pren­des que todo este movimien­to no ha surgi­do por sí solo. Es cier­to, parte de una base conc­re­ta, pero existe un apoyo y un esfuer­zo colec­tivos que le dan vis­i­bil­i­dad. Creo que ten­go que verme como una partícu­la de todo ese entramado.

Queri­da Zehra, sabes, expre­sas lo que siem­pre te he queri­do decir… Te lo he escrito en mis car­tas de vez en cuan­do, pero tal vez haya lle­ga­do el momen­to de repe­tir­lo. Todo lo que has dibu­ja­do y escrito, antes y después de tu arresto, sol­ven­tan­do las imposi­bil­i­dades con muchísi­ma cre­ativi­dad, ha con­segui­do lle­gar has­ta nues­tras manos, nos ha trans­mi­ti­do tu men­saje, sin perder de vista el ori­gen del mis­mo. En los cin­co con­ti­nentes, tus pal­abras y tu tes­ti­mo­nio han sido percibidos tal y como los describes, es decir como un esfuer­zo colec­ti­vo y uni­ver­sal. Y esto es real­mente valioso. Lo hemos obser­va­do in situ, durante las exposi­ciones e ini­cia­ti­vas de lec­tura en las que hemos hecho recitar tus tex­tos. Créeme, no te lo digo para lla­mar la aten­ción sino por la esti­ma que ten­emos por ti. Lo con­stata­mos de ver­dad. Siem­pre hemos percibido la mis­ma reac­ción… Además, aho­ra eres libre y lo podrás ver con tus pro­pios ojos…

Hay que ten­er en cuen­ta que el tes­ti­mo­nio deriva­do del uso que haces del pin­cel y la pluma alcan­za a un públi­co más exten­so, más allá de la audi­en­cia de activis­tas y con­ven­ci­dos. La fuerza de tus obras atra­pa inclu­so a quienes vis­i­tan las exposi­ciones con el úni­co deseo de con­tem­plar arte. Tus obser­va­ciones han lle­ga­do a todos aque­l­los que han abier­to los ojos y han presta­do atención.

¿El recor­ri­do del arte hacia la razón no pasa por el corazón?

Comen­zan­do por la sim­ple pre­gun­ta de “¿Por qué está esta joven en prisión?”, se ha relata­do una his­to­ria de prin­ci­pio a fin, se han pro­nun­ci­a­do los nom­bres de las injus­ti­cias y las masacres… En cada ocasión la gente ha exper­i­men­ta­do un sen­timien­to de cul­pa… “todo esto está suce­di­en­do hoy, ante nue­stros ojos. ¿Cómo puede ser que no lo supiése­mos?”… Super­a­da la brecha de la fal­ta de infor­ma­ción pasábamos a una eta­pa pos­te­ri­or y la gente pre­gunt­a­ba, “aho­ra que sabe­mos, ¿qué podemos hac­er?”. Durante esos inter­cam­bios en oca­siones se ha crit­i­ca­do el con­cep­to de esta­do, derivan­do hacia posi­cionamien­tos de posi­bles alter­na­ti­vas. Las miradas se han ori­en­ta­do hacia Roja­va. A menudo el públi­co esta­ba com­puesto por per­sonas que nun­ca habían oído hablar de Roja­va, que ni tan siquiera conocían la geografía del Kur­dis­tán… Nosotros veíamos cómo esas per­sonas, que se encon­tra­ban allí casual­mente, con­tinu­a­ban char­lan­do, durante lar­gos min­u­tos, a la sal­i­da de la exposición…

Sucede tal y como tú lo expre­sas. Es decir, inten­tar un mun­do difer­ente, en tu condi­ción de artista, sin resaltar tu figu­ra, sino tu tes­ti­mo­nio. De esta man­era se ha ido tejien­do la red sol­i­daria en torno a tu per­sona. Como si fuese una bola de nieve que se ha trans­for­ma­do en avalan­cha al deslizarse por la colina…

Resum­ien­do, has trans­for­ma­do la mate­ria pri­ma que te ali­men­ta en tes­ti­mo­nio artís­ti­co y las per­sonas que han sabido ver­lo, escuchar­lo, com­pren­der­lo y sen­tir­lo, se han reunido con fre­cuen­cia en torno a tu per­sona, para dar alas y vis­i­bil­i­dad a tus acciones. Estas per­sonas eran sim­ple­mente men­sajerxs… Y es obvio que todxs han puesto su corazón en ello.

Es lógi­co que el que quieras trasladar un men­saje y un tes­ti­mo­nio, colec­ti­vo y uni­ver­sal, en todos los foros a los que te invi­tan, es com­pren­si­ble y hon­or­able. Sea donde sea…

Sabes, en Sep­tiem­bre / Octubre de 2018, durante el fes­ti­val orga­ni­za­do en tu hon­or hubo una doce­na de mesas redondas, incluyen­do una sobre arte. Ese día la may­oría de los asis­tentes eran artis­tas. Uno de los par­tic­i­pantes de la mesa redon­da, Niş­ti­man Erd­ede, artista kur­do exil­i­a­do en Suiza, destacó un tema impor­tante. Voy a tratar de trans­mi­tir sus pal­abras, en el límite de mis recuer­dos. “Creo que hay dos cosas que estim­u­lan al artista. La emo­ción y la moti­vación. La moti­vación le induce a seguir ade­lante y tri­un­far. En lo que respec­ta a la emo­ción, esta está vin­cu­la­da a la cul­tura, al pueblo, a la his­to­ria a la que pertenece el artista. Cuan­do el artista se deja lle­var úni­ca­mente por la moti­vación, avan­za hacia un éxi­to per­son­al. Y, por des­gra­cia, el lugar en el que se sen­tirá recono­cidx, será el mer­ca­do del arte, monop­o­liza­do por Occi­dente. Yo me sien­to como una partícu­la de la tier­ra en la que crecí, una molécu­la de la cul­tura, de la lucha que me ha for­ja­do. Por esta razón, lo que me guía y me hace reac­cionar es la emo­ción. Para mí, si hay algo que el arte debe realzar es pre­cisa­mente el tes­ti­mo­nio de la cul­tura y la his­to­ria que me nutren. Por este moti­vo no deseo actu­ar guia­do por la moti­vación y con­ver­tirme en el mono de los mer­ca­dos del arte, sobre los cuales ten­go una opinión muy críti­ca”. Sus pal­abras hicieron reflex­ionar a la audi­en­cia. Después de la mesa redon­da, prosigu­ieron los inter­cam­bios. Porque hacía hin­capié pre­cisa­mente en ese equi­lib­rio que no figu­ra siem­pre en la “car­rera” de los artis­tas. Un equi­lib­rio valioso… Ten­go la impre­sión de que sus impre­siones están en la línea de lo que deseas trasmitir.

Otra pre­gun­ta… Cito de memo­ria… Me decías en una de las primeras car­tas que escribiste en la prisión de Diyarbakır, donde te veta­ban todo tipo de mate­r­i­al artís­ti­co: “ten­go tan­tas ganas de dibu­jar… que cuan­do veo una pin­tu­ra descon­cha­da en una pared puedo imag­i­nar los dibu­jos”. Una sem­ana después, en otra car­ta nos anun­cia­bas: “¡he empeza­do a dibu­jar de nue­vo! ¡En real­i­dad, tenía todo lo que nece­sita­ba a mi alcance!”. De modo que comen­za­ste a crear de nue­vo, usan­do des­perdi­cios de comi­da, envas­es, telas, per­iódi­cos. Por aquel entonces pen­samos que crear con los mate­ri­ales que con­seguías a tu alcance otor­ga­ba una nue­va dimen­sión a tu labor. Tu búsque­da plás­ti­ca la for­jaron tam­bién los mate­ri­ales de los que disponías. Las reflex­iones, los mate­ri­ales, las téc­ni­cas impues­tas dada tu situación te hicieron pro­gre­sar, artís­ti­ca­mente hablan­do. Así lo obser­va­mos e inter­pre­ta­mos nosotros.

Muchas de las obras que real­iza­ste en la cár­cel nos recor­daron las man­chas de pin­tu­ra en la pared de la que nos hablaste al prin­ci­pio. Por ejem­p­lo cuan­do te refieres a los sur­cos que deja el café…“Zehra per­sigue por un lado la búsque­da plás­ti­ca de las man­chas y real­iza sus per­for­mances den­tro de la cár­cel” nos diji­mos. ¿El pro­ce­so de creación no for­ma parte de la obra? ¿Cómo lo inter­pre­tas? ¿Crees que estábamos en lo cierto?

Sí… sabes, cuan­do eres un niño, miras las nubes y te imag­i­nas cosas.…

¡Ah! ¡Es exac­ta­mente así!

Si pudiése­mos con­ser­var nue­stro corazón infan­til, la vida sería real­mente muy her­mosa. Pero con el tiem­po lo vamos per­di­en­do. Avan­zamos hacia cosas total­mente difer­entes y olvi­damos el corazón. Y a veces en deter­mi­nadas situa­ciones lo volve­mos a encon­trar. Por ejem­p­lo en la cár­cel… Cuan­do éramos pequeñas, encon­trábamos, veíamos cosas en los mosaicos de una calle. O, en una oril­la, cuan­do coges un palo con la mano y dibu­jas algo sobre la are­na. Eso tam­bién es arte. Es algo espe­cial. En real­i­dad, el arte es una acción sim­ple. Nun­ca puedes alcan­zar un obje­ti­vo cuan­do es muy ambi­cioso. Luego te pones a idol­a­trar­lo… pero el arte no es así. Es algo sen­cil­lo. La gente que ensalza el arte dice: “no puedes prac­ti­car­lo. Hay per­sonas autor­izadas para el ejer­ci­cio artís­ti­co y somos nosotros los que deter­mi­namos quiénes son. Por lo tan­to que gas­ten mil­lones de dólares y adquier­an obras”. En real­i­dad se tra­ta de un reto. No te debes dejar atra­par. Tú tam­bién puedes realizar una obra de arte y col­gar­la en casa. Aunque no sea una real­ización sofisti­ca­da, expre­sará tu esen­cia, tus sen­timien­tos del momen­to. Y te hará feliz. ¿Por qué ten­drías miedo de col­gar­la en la pared? En el peri­odis­mo, la may­oría de noso­tras no ten­emos car­net de peri­odista. ¿Qué es lo que te con­vierte en peri­odista, el osten­tar el car­net o el hecho de ejercer la pro­fe­sión? No te con­viertes en peri­odista sólo por un car­net. El arte es lo mis­mo. No te con­viertes en artista porque ten­gas un títu­lo de una deter­mi­na­da insti­tu­ción o porque te autori­cen ser artista. Eres artista estés donde estés. Si eres tra­ba­jador agrí­co­la… lo que dibu­jas con tus dedos, en la tier­ra, durante tu pausa para el almuer­zo, tam­bién es arte. El ser humano debe ser con­sciente de su propia valía. No hay necesi­dad de que nadie con­firme nada. Diría inclu­so que es pura arro­gan­cia dic­t­a­m­i­nar quien es artista y quién no. El que se com­por­ta así es idio­ta. Hay que ten­er­lo presente…

En real­i­dad, ha sido la lucha kur­da la que me lo ha enseña­do todo. Por ejem­p­lo, el peda­zo de tela que madre Tay­bet sostenía en su mano a modo de ban­dera blan­ca… Puede que fuese una camise­ta o una bufan­da o un obje­to cualquiera con otra final­i­dad. Pero Madre Tay­bet, cuyo cuer­po sin vida per­maneció en la calle, a pocos met­ros de su puer­ta, durante siete noches y siete días, sostenía una ban­dera blan­ca. ¿Cómo lo percibi­mos? ¿Cómo una camise­ta? ¿Cómo una bufan­da? No, era algo difer­ente. Te decía: “soy una civ­il.” Y tú, al obser­var­lo, no nece­si­tas pal­abras. Madre Tay­bet no habla, no gri­ta. No dice nada, pero tú la entien­des. No impor­ta, ninguno de nosotros sabe de qué se tra­ta pero todos com­pren­demos el sig­nifi­ca­do. Todo obje­to puede trans­for­marse en algo difer­ente. En el arte encon­tramos la mis­ma regla. La rúcu­la, el café, la san­gre men­stru­al… la per­sona que obser­va mis dibu­jos, no ve rúcu­la, café, san­gre. Con­tem­pla el resultado…

As así de sen­cil­lo. Tomas un camino y sigues adelante…

Tam­bién apren­des a no dom­i­nar. Por ejem­p­lo, cuan­do tienes difer­entes pin­turas, te brin­dan difer­entes opciones así que eliges. Te dices, “voy a uti­lizar esta en esta parte, con una dimen­sión tal, la otra allí para que le de cier­ta tex­tu­ra…” Como un Dios, decides lo que deseas crear, apli­cas las pin­turas y obtienes un resul­ta­do. Te parece algo divi­no. Lo que real­iz­a­ba en la cár­cel, no era eso.

Corta­ba un peda­zo de sábana o de camise­ta y lo extendía en el sue­lo. Cada teji­do tiene una capaci­dad de absor­ción difer­ente. Viertes sobre él san­gre por ejem­p­lo. Mien­tras la tela va absorbi­en­do la san­gre, no sabes dónde se detendrá. La creación escapa de tus manos, que­da a merced de la mate­ria. Después sabore­as el espec­tácu­lo de la tela y la san­gre acep­tán­dose mutu­a­mente… ya no dom­i­nas la situación, esperas. Cuan­do el moti­vo adquiere la for­ma que quieres te entu­si­as­mas y dices, “Ven­ga, que se deten­ga ahí”. Pero puede que la man­cha siga extendién­dose. Así que pien­sas, “no impor­ta, es her­moso tam­bién, puedo hac­er algo “… ¿Qué sucede? Ya no eres tú la que man­da. Y eso se refle­ja en tu vida. Porque sin darte cuen­ta, inte­ri­or­izas esa expe­ri­en­cia que se refle­ja en tus rela­ciones amis­tosas y amorosas. Apren­des a vivir, escuchan­do al otro, com­prendién­do­lo y com­par­tien­do cosas.

Cuan­do el teji­do y la san­gre ter­mi­nan su inter­ac­ción, te invi­tan a inter­venir “ven­ga aho­ra te toca a ti”. Y luego apli­cas lo que quieres. En cier­to modo es como si te autor­iza­sen a hac­er­lo. Adquieres capaci­dad de escucha, com­pren­sión, empatía y per­cep­ción colec­ti­va. Ese inter­cam­bio posi­bili­ta la creación artís­ti­ca. Por eso creo que esas man­chas tienen un sig­nifi­ca­do muy profundo.

Es como si los mate­ri­ales se con­vir­tiesen en parte inte­grante de un performance…

Sí, eso es exac­ta­mente… se tra­ta de una labor con­jun­ta, no hay un solo creador. La nat­u­raleza ha autor­iza­do y ha hecho que surja.

Zehra Doğan
9 de diciembre de 2018, prisión de Tarsus
Piel de granada, col negra, musgo y lluvia…

Sabes, aho­ra que has expli­ca­do todo esto, muchas de tus obras, espe­cial­mente las que dejaste bajo la llu­via, adquieren un sig­nifi­ca­do profundo.

Así se realizaron estas obras: no dije “pongá­moslas bajo la llu­via”. De cada cir­cun­stan­cia apren­des algo nue­vo, de ver­dad… Obtuve un col­or nue­vo hirvien­do cás­caras de grana­da en el samovar. Había ver­tido este col­or en el papel y después añadí el mus­go que había recogi­do en el patio, y para que se secara, lo dis­puse todo en la coci­na. Un poco más tarde, vi que los dibu­jos habían deja­do man­chas sobre el azule­jo. Para limpiar el sue­lo, saqué los dibu­jos al patio. De repente, comen­zó a llover. ¡Menudo chap­ar­rón! Mis ami­gas dijeron “vamos a recoger los dibu­jos” pero llovía tan fuerte que íbamos a empa­parnos. Mien­tras observábamos pre­gun­tán­donos qué hac­er, con­tem­plam­os la her­mo­sura del encuen­tro entre los dibu­jos y la llu­via. Así que dije: “dejé­mos­los en paz. Vamos a ver lo que sucede”. Mis ami­gas se enfadaron “tu tra­ba­jo se va a estro­pear, va a quedar feo!”. Les respondí: “haber crea­do esas man­chas no ha sido una gran tarea, vamos a ver cómo quedan cuan­do se sequen, dejé­moslas”… Nos colo­camos todas delante de la ven­tana a obser­var el espec­tácu­lo. Las gotas de llu­via bail­a­ban con los mate­ri­ales de los dibu­jos, canta­ban jun­tas. Y nos sumergi­mos en ese paisaje. Bebi­mos té, hablam­os. Hablam­os largo y ten­di­do sobre lo que estábamos con­tem­p­lan­do. Gra­cias a la llu­via y los dibu­jos, aquel día fue mar­avil­loso. Todo aque­l­lo dio lugar a una atmós­fera muy her­mosa. Una per­for­mance pare­ci­da no se puede con­tem­plar en ningún museo o galería, ni en el espa­cio de arte más pres­ti­gioso del mun­do. Asistes a esta per­for­mance entre las cua­tro pare­des de la cár­cel y par­tic­i­pas en ella. Es una man­era de hac­er que la vida sea más her­mosa. Puedes atis­bar la belleza de la vida en todas partes. Después de haber paga­do una entra­da súper cara y hac­er cola durante horas para acced­er a un lugar mar­avil­loso donde se supone que vas a con­tem­plar obras extra­or­di­nar­ias, no verás algo parecido.

¿Dónde enca­jas en todo esto? Es impre­scindible saber­lo. Com­prendí que en ningún otro lugar podría haber hecho algo pare­ci­do. Sé que no podrá repe­tirse algo pare­ci­do en ningún otro lugar, ni gas­tan­do una for­tu­na. Una Per­for­mance evanes­cente que tiene lugar en un tiem­po fugaz. Un momen­to que nun­ca se repe­tirá. Tuvi­mos la opor­tu­nidad de vivir ese instante. Sólo soy uno de los tes­ti­gos. De allí surgió una pin­tu­ra muy hermosa.

Las per­sonas deberían escucharse las unas a las otras, escuchar a la nat­u­raleza. Sabes, hay cri­te­rios de aceptación o rec­ha­zo que hemos definido de ante­mano, pre­juicios, como creen­cias del tipo “el arte se hace de tal man­era, con tal pin­cel, tal pin­tu­ra”, o expec­ta­ti­vas que tal Museo, tal autori­dad per­mite, ideas sobre cómo de ser un artista con­fir­ma­do… en real­i­dad, el arte no es algo que pue­da ser suje­to a medi­das de aceptación o rec­ha­zo, enmar­ca­do… en real­i­dad el arte no es eso.

Es pura vida…

Sí, exac­ta­mente.

Gra­cias Zehra. Cuan­do hablas no solo te refieres al arte, sino a la vida mis­ma. Ves, cuan­do digo, “me enseñas todos los días” es por algo. Te doy las gra­cias por hac­er­nos reflex­ionar y te beso en la frente.

Yo soy la que te da las gra­cias. Por tu apoyo, des­de un principio…

Des­de el fon­do de mi corazón… real­mente no hay necesi­dad ni te comen­tar­lo. Ni siquiera lo escribiré.

Quiero que lo escribas. Es una real­i­dad que todos cono­cen. Me apoyas en primer lugar como ami­ga. No me refiero a un apoyo que ven­ga de arri­ba. Éramos ami­gas antes de que me encar­ce­lasen. Y te agradez­co el gran apoyo recibido, como ami­ga, durante mi cau­tive­rio. Vas a escribir­lo, ¿de acuer­do? (Se ríe).


Zehra Doğan sigue tra­ba­jan­do. Hacia finales de Mayo está invi­ta­da por la Tate Gallery de Lon­dres. Son numerosas las exposi­ciones que se van trazando…

Podéis seguir su actu­al­i­dad y agen­da de exposi­ciones en la pági­na web zehradogan.net

El 15 de Noviem­bre vamos a escuchar de nue­vo los tex­tos de Zehra Dogan durante las jor­nadas mundi­ales ded­i­cadas a los escritores encar­ce­la­dos. En esta ocasión la propia Zehra estará pre­sente. Se tra­ta de una ini­cia­ti­va orga­ni­za­da por el Pen Club francés y la edi­to­r­i­al Edi­tions de Femmes. Una cita para inci­tarnos a leer la cor­re­spon­den­cia des­de la cár­cel de Zehra Dogan, un vol­u­men edi­ta­do por Edi­tions de Femmes, que lle­va por títu­lo “Tam­bién ten­dremos días her­mosos” y podréis vis­i­tar la exposi­ción de sus obras orig­i­nales, en el Espace des Femmes.


Traducido por Maite
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Naz Oke
REDACTION | Journaliste 
Chat de gout­tière sans fron­tières. Jour­nal­isme à l’U­ni­ver­sité de Mar­mara. Archi­tec­ture à l’U­ni­ver­sité de Mimar Sinan, Istanbul.