A continuación transcribimos las palabras pronunciadas por Nurcan Baysal, columnista de Ahval, durante la mesa redonda organizada por Ahval News y el Centro de Estudios Turcos, en la que se debatió acerca de la difícil situación que atraviesa el sureste turco.
Soy una activista y escritora kurda originaria de Diyarbakır.
Hoy desearía hablarles brevemente del cotidiano del Kurdistán turco.
Permítanme que comience por relatarles las vivencias que hemos experimentado los kurdos de Turquía durante los últimos tres años.
El proceso de paz entre el Estado turco y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán hizo aguas en Julio de 2015. En Agosto de ese mismo año dieron comienzo los enfrentamientos en las ciudades kurdas. En aquella ocasión sin embargo el conflicto se desató en el centro de las ciudades, que dista mucho de lo acontecido en los últimos 30 años. Acabarían por prolongarse durante meses convirtiéndose luego en una práctica habitual.
Cuando desde el despacho del gobernador se declaraba el toque de queda daban comienzo los bombardeos. Las jornadas transcurrían bajo las bombas y los disparos. Nadie podía penetrar en la zona en cuestión. Los habitantes de las áreas afectadas se veían atrapados en sus propios hogares; estaban obligados a salir adelante con los escasos alimentos y el agua que habían conseguido acumular antes del toque de queda. Aunque los ciudadanos no podían salir afuera continuaban muriendo, ya que la metralla alcanzaba sus viviendas. El Estado ni tan siquiera permitió que las familias diesen sepultura a sus muertos. En ciudades como Cizre, las madres colocaron en los frigoríficos los cuerpos sin vida de sus hijos para evitar que se descompusiesen. En algunos lugares mataron a quienes, enarbolando una bandera blanca, salieron a enterrar los cadáveres. En mi ciudad natal, Diyarbakır, cuerpos sin vida permanecieron en las calles durante meses.
Fuimos testigos de violaciones de los derechos humanos y crímenes de guerra horrorosos.
Desgraciadamente los medios de comunicación turcos y la comunidad internacional han optado por cerrar los ojos e ignorar la contienda y los crímenes de guerra que asolan nuestra región.…
Tras la tentativa de Golpe de Estado del 16 de Julio de 2015, se declaró el estado de emergencia. El gobierno utilizó medidas de urgencia para sofocar toda oposición. Cientos de miles de personas fueron despedidas de sus puestos de trabajo o detenidas sin motivo alguno. Cerraron cientos de organizaciones de la sociedad civil y oficinas de prensa. Encarcelaron a más de 170 periodistas y escritores. Turquía sigue siendo la mayor cárcel de periodistas del mundo.
La situación en el sudeste turco es aún peor. Los alcaldes electos kurdos fueron encarcelados y el Estado los remplazó por administradores. Clausuraron prácticamente todos los medios de comunicación, incluido el canal infantil en lengua kurda. El Gobierno decretó el cierre de las organizaciones civiles kurdas por supuesto apoyo a grupos terroristas. Acusados de tener relación con militantes kurdos miles de profesores y médicos kurdos se quedaron sin trabajo. Vetaron toda actividad política a la población kurda. Detuvieron a cientos de políticos y activistas kurdos. Incluso arrestaron a co presidentes del HDP. La amenaza de la detención es una constante para los kurdos. Cada mañana escrutamos las listas con los nombres de las personas que han sido encarceladas.
Mediante estas medidas el Gobierno envía un mensaje al pueblo kurdo. En este país los kurdos no pueden ejercer la política. ¿Cómo van a confiar las nuevas generaciones en que exista un modo legal para conseguir derechos para su pueblo?
Tras dos años en vigor en Julio de 2018 levantaron el estado de emergencia. Durante ese periodo se aprobaron 36 decretos estatutarios. Al menos 126.000 personas fueron despedidas de sus trabajos y hubo 220.000 arrestos.
Todas las instituciones, principalmente la judicial, fuerzas armadas, universidades y medios de comunicación dejaron de ser independientes. Todo gira en torno a un solo hombre, una sola voz.
El 25 de Julio el gobierno aprobó una ley que permite prolongar el estado de emergencia durante tres años. Adoptaron enmiendas a diversas leyes, entre ellas la antiterrorista, la que regula el derecho a reuniones y manifestaciones y la ley de la administración civil. Lo que significa que el estado de excepción sigue vigente en Turquía.
En realidad nunca desapareció, se trata de una situación corriente en el panorama turco.
Como consecuencia de los resultados de las elecciones de Junio pasado, las nuevas leyes reproducen las medidas especiales del estado de emergencia y los métodos ofensivos empleados por Turquía frente a los kurdos de Rojava e Irak. La desesperación impera entre los kurdos de Turquía. No esperan nada del Estado turco.
En la actualidad si ustedes visitan una ciudad kurda verán barricadas de la policía frente a los edificios municipales, comisarías y sedes oficiales. En las calles advertirán tanques, vehículos blindados, policía y soldados equipados de artillería pesada.
Verán ciudades destruidas y gentes sin hogar. Personas sobreviviendo en tiendas de lona en las zonas rurales de Sirnak y Hakkari. Verán miles de profesores, médicos, académicos, escritores y periodistas sin trabajo. Encontrarán puestos de control por todas partes. Es tal el hacinamiento dentro de las cárceles que a veces entre 4 y 6 presos comparten la misma cama. Cuando lleguen a Sirnak, Cizre, Nusaybin tras haber franqueado el control fronterizo se creerán en otro país.
En Turquía resulta difícil enterrar a los seres queridos cuando se es kurdo. Y el Estado niega los permisos para dar sepultura a los miembros del PKK.
Los toques de queda persisten en la zona rural de la región y en el corazón de mi ciudad.
Todos estos cambios han sucedido en los últimos tres años. La democracia ha abandonado Turquía definitivamente.
Permítanme que concluya con las palabras pronunciadas durante el toque de queda militar por un joven kurdo originario de Silvan (Farqin en kurdo):
“Las llamas crepitan justo a nuestro lado… los jóvenes de Cizre están muriendo, así como los de Farqin, los de Bismil… ¿Sus vidas no valen nada? Farqin se movilizó por los demás. Pero nadie se pronuncia por Farqin. No lo olvidaremos. Prometemos por la sangre de nuestros mártires que la lucha continuará. Nuestras hermanas mueren. Nuestros hermanos mueren. ¿No nos merecemos ni un mísero árbol? (en referencia a las protestas de Gezi). Todo el mundo se rebeló por un árbol de Estambul. Llevamos siete días bajo un aguacero de balas. Aquí no hay nada. No hay pan, ni comida… ¿Acaso no somos humanos? ¡Somos humanos, humanos!
¿Por qué no nos apoya la gente? Nos atacan con snipers, con tanques. Es insoportable. Que alguien escuche nuestras voces. ¿Dónde están los revolucionarios? ¿Dónde estáis individuos sensibles? ¿Dónde está la Corte Europea de los Derechos Humanos?…Ya basta. Nos estamos muriendo. ¿Es porque somos kurdos? Nos están matando todos los días, en todas partes…Ya basta”.
¡Estamos hartos!
Nurcan Baysal