Recu­per­amos a con­tin­uación una selec­ción de artícu­los de la activista pro dere­chos humanos y peri­odista kur­da Nur­can Baysal.


Nurcan Baysal es una periodista y escritora kurda originaria de Diyarbakır. Miembro fundador de DISA (Diyarbakır Political and Social Research Institute) es una ferviente defensora de los derechos humanos. Ha investigado los atropellos perpetrados en su región y colaborado en calidad de consejera con diversas ONGs (Global Fund for Women, Women Labour, Mezopotamya Foundation etc). En Enero de 2018 fue detenida por condenar vía Twitter la incursión militar del estado turco en Afrín. En Mayo de 2018 la organización irlandesa pro derechos humanos Front Line Defenders le entregó el premio Global Laureate for Human Rights Defenders at Risk. En la actualidad se encuentra en libertad vigilada, debiendo comparecer ante el juez una vez al mes.

Turquía no podrá hacer las paces con los kurdos “vivos” mientras persiste en su lucha contra los kurdos fallecidos

Publicado en Ahvalnews el 19.03.2018

Mataron a mi hijo el 5 de Mayo de 2017 durante un enfrentamien­to con el ejérci­to tur­co. Me enteré de su muerte por la pren­sa. En una pági­na web lla­ma­da “kan­lıkule” cir­cu­laron imá­genes de su cuer­po desmem­bra­do. En una de las fotos, un sol­da­do de las opera­ciones espe­ciales pos­a­ba pisan­do el cadáver de mi hijo. Mi esposa y yo fuimos a Hakkari 20 días después a entre­vis­tarnos con el coman­dante del ejérci­to para pedirle el cuer­po de nue­stro hijo. El coman­dante respondió que habían arro­ja­do el cadáver al rio. Yo le dije: “coman­dante quiero el cuer­po de mi hijo. Si no puede desplazarse al lugar iré yo mis­mo y recu­per­aré el cuer­po de mi hijo y otros cadáveres”. A lo que respondió: “Los per­ros y los gatos están devo­ran­do los cuer­pos de los fal­l­e­ci­dos la sem­ana pasa­da”. Yo le dije: “Coman­dante, a lo largo de la his­to­ria ha habido diver­sas guer­ras, pero inclu­so el peor ene­mi­go per­mite al otro recu­per­ar a sus muer­tos. Los que están hacien­do aho­ra va con­tra todas las leyes y la humanidad. Le ruego por favor que no nos tor­ture, que nos per­mi­ta recu­per­ar el cuer­po de nue­stro hijo. Que podamos ten­er una tum­ba, una piedra ante la que pos­trarnos y llo­rar”.

Son las pal­abras de un hom­bre cuyo hijo, miem­bro del PKK, murió en Çukur­ca, dis­tri­to de la provin­cia de Hakkari, cer­ca de la fron­tera con Irán e Irak. Lo conocí hace 3 meses en la sede de la Aso­ciación de Dere­chos Humanos de Diyarbakır. No se tra­ta de un caso aislado.

Son más de 50 las famil­ias que han acu­d­i­do a la Aso­ciación de Dere­chos Humanos de Diyarbakır. Todos ellos han ama­do aque­l­los cuyos cadáveres yacen aban­don­a­dos sin haber recibido sepul­tura. Raci Bili­ci, líder de la Aso­ciación dice, “hay muchos más casos pero des­gra­ci­ada­mente muchas famil­ias tienen miedo de pedirnos ayu­da y nos resul­ta imposi­ble desplazarnos a las zonas rurales en búsque­da de los cadáveres”.

Al finalizar la reunión escribí una car­ta a nue­stro pres­i­dente Recep Tayyip Erdo­gan y al primer min­istro Binali Yıldırım. Incluí todos los datos de la famil­ia, fotos del cuer­po desin­te­gra­do, los datos de las pági­nas web que habían difun­di­do ese tipo de fotografías (después de haber envi­a­do mi car­ta esas pági­nas fueron suprim­i­das). Solic­ité ayu­da para esta famil­ia en con­cre­to y otras más .Inclu­so anoté en la car­ta el nom­bre del coman­dante e infor­ma­ción sobre las otras famil­ias en la mis­ma situación, con el cadáver de un ser queri­do sin enter­rar, devo­ra­do por las bes­tias. Pedí que por favor cesasen estas prác­ti­cas inhu­manas y sal­va­jes. Tam­bién envié una copia de las car­tas a sus asesores. Nadie respondió. ¡Nadie!

No se tra­ta de un caso ais­la­do. El pasa­do mes de Agos­to, Aycan Irmez, par­la­men­tario de HDP (Par­tido Democráti­co de los Pueb­los) pre­gun­tó en el par­la­men­to acer­ca del cuer­po de una mujer miem­bro del PKK aban­don­a­do cer­ca del pueblo Güneyçam, provin­cia de Şır­nak. Los sol­da­dos y la mili­cia local no per­miten a los habi­tantes del munici­pio enter­rar el cadáver. De man­era que per­manece en el sue­lo mien­tras lo devo­ran los ani­males. Los habi­tantes quieren enter­rar el cuer­po para que los niños no ten­gan que con­tem­plar la esce­na cuan­do pasan por allí camino a la escuela todos los días.

Otro prob­le­ma son los cuer­pos de los miem­bros del PKK traslada­dos a los hos­pi­tales. Son pocos los imanes de la región habil­i­ta­dos para lavar y lle­var a cabo las cer­e­mo­nias reli­giosas de esos cuer­pos. He entre­vis­ta­do a esos imames y escrito acer­ca de la situación en repeti­das oca­siones. Un imam me con­tó que al prin­ci­pio se ponía enfer­mo cuan­do veía los cuer­pos. Sin cabeza, las cuen­cas de los ojos vacías, las ore­jas y los gen­i­tales cor­ta­dos, con evi­dentes sig­nos de tor­turas. Pero luego se dijo: “Com­prendí lo que el ser humano era capaz de hac­er al próji­mo”. Esta bru­tal­i­dad no atañe úni­ca­mente a los cadáveres des­ti­na­dos a los cemente­rios del PKK. En los últi­mos dos años los cemente­rios del PKK han sido bom­bardea­d­os o destru­i­dos. En oca­siones las autori­dades tur­cas abren las tum­bas de los miem­bros del PKK y sacan los cadáveres. Hace 3 meses exhumaron y desa­lo­jaron 267 cuer­pos del cemente­rio de Garzan en Bitlis. Las famil­ias acud­ieron a las Aso­cia­ciones de Dere­chos Humanos y estas prepararon un informe detal­la­do acer­ca de dicho cementerio.

Lez­gin Bingöl, padre de uno de los miem­bros del PKK cuyo cadáver fue exhuma­do, relató a la agen­cia de pren­sa kur­da ANF:

Fui al cemente­rio el 20 de Diciem­bre y vi que la tum­ba de mi hija no esta­ba allí. La habían destru­i­do y habían saca­do los restos del cemente­rio. Ya no que­da ras­tro de las tum­bas. Cuan­do miré a mí alrede­dor com­prendí que las otras tum­bas esta­ban en condi­ciones sim­i­lares. El 21 de Diciem­bre de 2017 llamé al despa­cho del fis­cal gen­er­al de Bitlis. Quise infor­marme sobre el des­ti­no del cuer­po de mi hija y pre­sen­té una denun­cia penal con­tra los respon­s­ables. Habíamos enter­ra­do a mi hija tras haber obtenido un per­miso para trans­ferir su cuer­po des­de el Insti­tu­to Anatómi­co Forense y dar­le sepul­tura. Más tarde emprendieron acciones legales con­tra mi esposa y con­tra mí por haber orga­ni­za­do el entier­ro”.

Estas prác­ti­cas están penal­izadas por las leyes inter­na­cionales y las leyes tur­cas. Según la leg­is­lación tur­ca está pro­hibido destru­ir o pro­fa­nar cemente­rios. Según el artícu­lo 5237 (Capí­tu­lo 8) del códi­go crim­i­nal tur­co, la exhumación de cadáveres está cas­ti­ga­da con una pena de entre tres meses y dos años de prisión; pro­fa­nar tum­bas puede con­ll­e­var una san­ción de entre uno y cua­tro años de prisión.

Estas prác­ti­cas están penal­izadas tam­bién por la Declaración de Dere­chos Humanos de las Naciones Unidas, la Con­ven­ción Euro­pea de Dere­chos Humanos y la Con­ven­ción de Gine­bra, todos ellos rat­i­fi­ca­dos por Turquía. Uno de los pilares prin­ci­pales de las leyes human­i­tarias es la Con­ven­ción de Gine­bra, Artícu­lo 3 (común al resto de las con­ven­ciones pre­vi­a­mente citadas) define los límites de todas las partes en con­flic­to y pro­híbe rig­urosa­mente las muti­la­ciones, tratamien­tos cru­eles, tor­turas y asesina­to de cualquier tipo.

En pleno siglo XXI seguimos hablan­do del dere­cho a un entier­ro dig­no. Un dere­cho que com­parten todas las creen­cias y reli­giones. Un dere­cho que está pro­te­gi­do por todas las leyes y con­sti­tu­ciones. Un dere­cho que con­siste en ser humano, en for­mar parte de la humanidad. En la actu­al­i­dad, en Turquía, esta­mos pele­an­do por ese dere­cho. Mien­tras escri­bo, mi corazón se rompe cuan­do pien­so en los cadáveres que yacen en nues­tra zona rur­al y son devo­ra­dos por los animales.

Turquía no com­bate úni­ca­mente los kur­dos “vivos” sino tam­bién los que ya están muertos.

Mien­tras prosigue su lucha con­tra los kur­dos fal­l­e­ci­dos ¿cómo podrá Turquía hac­er las paces con los kur­dos “vivos”?

Nur­can Baysal



Traducido por Maite

While fight­ing deceased Kurds, how can Turkey make peace with its “liv­ing” Kurds?
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