Texto perteneciente a uno de los artículos publicados por la escritora Aslı Erdoğan en el periódico pro kurdo Özgür Gündem. Esta colaboración le valdrá una inculpación por ‘colaboración con organización terrorista’.Tras el fallido Golpe de Estado de Julio de 2015 será detenida y permanecerá en prisión preventiva durante cuatro meses. Tras su puesta en libertad condicional la autora consigue salir de Turquía y vive en la actualidad exiliada en Europa.
Me encerraron en un calabozo por el simple hecho de escribir acerca de las barbaridades cometidas en un pueblito kurdo, Cizre, donde habían quemado vivas a 150 personas. Mi juicio sigue adelante y recae sobre mí la amenaza de una condena a perpetuidad, por haber reunido los últimos mensajes, las voces, los gritos, las cenizas de esas 150 personas que fueron quemadas vivas en las cuevas.
(…) Durante mi segundo mes en prisión, una revista para la que acostumbraba escribir, FIL, que significa elefante, preparó un número especial sobre mi persona, mi labor literaria, periodística, mi encarcelamiento. Uno de los reporteros fue a Cizre, la pequeña ciudad sobre la que yo había escrito y que había quedado completamente destruida, borrada del mapa. Y preguntó a sus habitantes qué opinión les merecía la detención de Aslı Erdoğan. Aquellas gentes ya habían perdido casi todo. Sus hogares. Sus calles. Sus recuerdos. Sus hijos estaban muertos. Una madre había guardado el cuerpo de su bebé en el congelador durante diez días, porque no estaba autorizada a salir a enterrarlo. Y el cadáver de una mujer de 70 años permaneció tirado en la calle durante una semana por culpa del toque de queda. Aquellas gentes de Cizre dijeron que no tenían ninguna oportunidad de leer mis artículos. Pero pidieron al reportero: “Dígale por favor que aunque el mundo entero la olvide nosotros no la olvidaremos jamás”.
(Extracto de una entrevista concedida tras su puesta en libertad)
Somos ciudadanas asesinadas, despedazadas en crímenes transparentes, nos encontramos reunidas en el subsuelo del suntuoso palacio construido para nosotras. Apiladas unas sobre otras, codo con codo, hombro con hombro, cara a cara… Como ángeles que se debaten sin conseguir desplegar las alas, ángeles embriagados que danzan. Estamos tan cerca las unas de las otras que cuando una vierte una lágrima, esta se desliza sobre la mejilla de la compañera dibujando una huella teñida de vida… Mezclada de rímel, de polvo, de lodo. “Conseguiremos por fin volar, repetimos al unísono, vamos por buen camino…”. Nuestros rostros se disiparán cuando decidamos regresar. Nos diseminaremos renglón por renglón, en cartas sucesivas. Ensombreceremos las palabras, nos dispersaremos como semillas en el desierto y cuando llegue el momento de convertirnos en lluvia, interpretaremos un mito consagrado a la eternidad.