Banksy ha publicado en su cuenta Instagram la carta que le ha escrito Zehra Doğan.
El pasado mes de Marzo, cuando Banksy y su compañero Borf realizaron en Nueva York un fresco en solidaridad con Zehra, la artista kurda no podía mantener correspondencia alguna ya que le habían aplicado una sanción administrativa por haber desobedecido el reglamento (le castigaron entre otras cosas por haber cantado una canción en kurdo).
A partir de aquel momento solo tuvimos contacto con ella a través de terceros y su propia familia estuvo muy preocupada.
Felizmente la red de solidaridad que rodea a Zehra ha hecho posible que el enlace con el exterior se mantenga, de modo que la artista ha conseguido agradecer personalmente a Banksy, así como a otras personas, el apoyo recibido.
Esta misiva, que dadas las circunstancias ha llegado con retraso y Banksy acaba de publicar en Instagram, ha permitido que se sucedan una vez más los artículos y reseñas en torno a Zehra, una circunstancia que nos brinda la oportunidad de reactivar la divulgación de la campaña existente en favor de su liberación e incidir de paso en la situación en la que se encuentran todxs lxs presxs políticos de Turquía.
Querido Banksy,
Te escribo esta carta prohibida desde una ciudad proscrita, desde una cárcel con un historial repleto de torturas sanguinolentas. Durante mucho tiempo he estado privada de correspondencia ya que nos impusieron una sanción disciplinaria por negarnos a vestir el uniforme presidiario y haber cantado una canción en kurdo. Por esta razón te escribo esta misiva de agradecimiento a hurtadillas.
En primer lugar me gustaría hablarte del ambiente que reinaba aquí cuando todavía ignorábamos la existencia de la hermosa obra solidaria que has realizado en compañía del querido Borf. Aquel día, como venía siendo habitual, estábamos furiosas, tuvimos que taparnos los oídos para protegernos del ruido terrorífico de los aviones de guerra que sobrevolaban el cielo con el objetivo de bombardear nuestros hermosos campos, montañas y ciudades. Durante aquellas jornadas, prácticamente a todas horas, tuvimos que soportar el estruendo provocado por la atroz intervención de las fuerzas opresoras. Se trata de un sentimiento indescriptible, porque al margen de escuchar el estrépito somos conscientes de que cada avión que despega se dispone a matar en las inmediaciones a nuestros hermanos y hermanas, parientes, seres humanos y animales, luego descubriremos a través de los diarios la noticia de la muerte de personas conocidas. Era una de aquellas jornadas. Supimos que habían matado en Afrin a la hija de una compañera presa y que su hijo estaba herido de gravedad. El mismo día nos enteramos también del suicidio de un prisionero que se había estrangulado utilizando los cordones de los zapatos. Por definirlo de alguna manera, la muerte rondaba cerca.
En semejantes ocasiones resulta difícil soportar la vida. Mientras comentábamos “nadie comprende que tenemos razón, que intentan eliminarnos y aunque sea evidente, prefieren permanecer silenciosos y limitarse a llevar una existencia ficticia en una vida colmada de mentiras”, una amiga atrapó los periódicos desde la mirilla de la puerta de chatarra. Y fue así como descubrimos tu obra inspirada en Nusaybin y en mi persona, en la que denuncias mi encarcelación. En el preciso instante en el que me sumergía en la pesadumbre, nos proporcionasteis a todas mis amigas presas y a mí una alegría maravillosa.
Aunque estéis lejos de mí, de las gentes de estos parajes, habéis aportado la mejor de las réplicas frente a este orden retorcido, que ni tan siquiera puede soportar un simple dibujo. Lo que de verdad aterra a este país sumido en la oscuridad, transformado en un matadero, que provoca un derramamiento de sangre entre las gentes que están en lo cierto, que se enfrentan a la opresión, la persecución, es el hecho de verse enfrentados a su propia realidad, como si se viesen plasmados en un espejo. Es lo que vosotros habéis hecho. Habéis reflejado en Nueva York, un lugar visible para todo el mundo, la imagen de Nusaybin cuyos habitantes han sido aniquilados, destruida por culpa de las bombas. Gracias a vuestro apoyo el dibujo ha tenido verdadera repercusión. Cuando realicé aquella obra y me encerraron argumentando que “incitaba a las personas al odio y a la revuelta” me quedé sorprendida, aunque la verdad sea dicha ya nada sorprende en este país. Pero al leer la noticia de vuestra acción comprendí que aunque estoy pagando un precio muy alto ha merecido la pena, ya que logré plasmar la realidad de Nusaybin.
Según palabras de Jean Jacques Rousseau el arte acabó cuando finalizó el periodo neolítico y se impuso el orden jerárquico. Yo comparto esta opinión. Sin embargo tal y como formula Marx, el progreso no se produce de manera lineal, la humanidad debe avanzar siguiendo otros esquemas. No es posible que culmine una era, desaparezca todo rastro y de comienzo una nueva. Me consta que el neolítico inspira a determinadas sociedades. Es el caso de las gentes de estas tierras que se niegan a aceptar que el bien haya desaparecido por completo, que hayamos iniciado una época en la que reina el mal absoluto. Si pensamos así ya no tendremos razones para luchar por la bondad. Siguiendo esta convicción prestamos atención a una verdad que se va filtrando a través de la historia y las diminutas partículas del universo.
Al fin y al cabo es lo que demuestra vuestro acto, ¿no es cierto? Vuestra obra me confirma que el arte no está muerto, que aún existe. Aunque me encuentre presa, ahora que tengo conocimiento de semejante obra, ¿puedo seguir considerándome prisionera? Me siento amparada por una serie de personas, algo que nunca antes había experimentado. Y lo que es más extraño, mientras los que me someten y me obligan a expresarme en su idioma no me comprenden, individuos que utilizan otras lenguas y viven en otros parajes, sí lo hacen. El arte se transmite al margen de las barreras del lenguaje. Podríamos hablar largo y tendido sobre este tema.
Nunca podré agradeceros lo suficiente, a ti y a Borf, lo que habéis hecho por mí. Jamás hubiese imaginado que un día un dibujo mío se exhibiría en una ciudad como Nueva York. El apoyo que me brindáis es algo inverosímil, incluso para alguien como yo, que pasa 12 horas al día entre ensoñaciones. Os doy las gracias, por vuestro gesto. Gracias a vuestra solidaridad me siento más fuerte y ahora dibujo Afrin. Porque merece la pena.
Zehra Doğan
Prisión de Diyarbakır
A continuación algunos enlaces útiles…
Archivo especial Zehra Doğan en Kedistan (francés, inglés, español, turco, kurdo...) Facebook Free Zehra Doğan | Twitter @zehradoganjinha Website zehradogan.net Instagram de Banksy
Banksy, le facteur est passé… Cliquez pour lire