Está demacra­da. Exhaus­ta por cul­pa de una desagrad­able gripe que la tuvo postra­da en cama durante la jor­na­da del 9 de enero. Ante los numerosos audi­tores que han venido a cel­e­brar la entre­ga del pre­mio Simone de Beau­voir en la Mai­son de la Amérique Latine, Aslı Erdoğan se dis­cul­pa con humor. Pero cuan­do le toca pro­nun­ciar su dis­cur­so y remem­o­ra a las antiguas com­pañeras de cel­da tiene la voz entrecor­ta­da. “Deseo dedicar este pre­mio a todas las mujeres que se han vis­to reduci­das al silen­cio, que han sido perseguidas, humil­ladas, vio­len­tadas, encar­ce­ladas, en espe­cial a mis ami­gas del cal­abo­zo C9 y tam­bién a la pequeña plan­ta que ellas per­sis­ten en cuidar, esa plan­ti­ta que carece de nom­bre pero sigue en pie. A la mujer que hace 22 años no tuvo más reme­dio que acep­tar las acusa­ciones que recaían sobre ella cuan­do vio cómo tor­tura­ban a su bebé. Y a aque­l­la otra, que arrestaron sim­ple­mente porque al ser enfer­mera había lle­va­do a casa de un médi­co a una per­sona heri­da de bala por la policía. ”

Durante su visi­ta a Marsel­la hace aho­ra dos meses Aslı Erdoğan nos había habla­do ya de las mujeres kur­das que lle­va para siem­pre en el corazón. Estábamos entre ami­gas, en el rela­ja­do ambi­ente de un restau­rante de la ciu­dad focense. Tras varias sem­anas lejos de su país y de la ame­naza de encar­celación que pesa sobre su per­sona, va reco­bran­do poco a poco la lib­er­tad para expre­sarse y hac­er proyec­tos: “me sien­to mucho mejor, aho­ra puedo alzar la vista y fijar la mira­da en el hor­i­zonte”. El pasa­do 10 de enero, cuan­do respondía a las pre­gun­tas del peri­odista en un salón del Cen­tro Nacional del Libro, sus obser­va­ciones sonaron mucho más políti­cas que a su sal­i­da de la cárcel.

Photos © Adar Bozbay

A pesar del pro­to­co­lo habit­u­al, la cer­e­mo­nia de entre­ga del pre­mio Simone de Beau­voir mar­có el tono .Durante su inter­ven­ción el Pr Igor Bar­bou evocó suce­si­va­mente el des­ti­no de miles de estu­di­antes tur­cos, fir­mantes de la peti­ción de paz y con­de­na­dos a una muerte social, las dece­nas de miles de estu­di­antes encar­ce­la­dos, el cierre de un cen­te­nar de medios de comu­ni­cación o inclu­so la inter­dic­ción de la enseñan­za de la teoría de la evolu­ción nat­ur­al de Dar­win, la reti­ra­da de 140.000 libros de las bib­liote­cas ges­tion­adas por el Esta­do – las obras de Spin­oza, Albert Camus o Louis Althuss­er por ejem­p­lo, acu­sa­dos de apología del ter­ror­is­mo … Los poe­mas de Aslı, leí­dos por su edi­tor Tim­o­ur Muhi­dine, expo­nen con un esti­lo espeluz­nante lo que sig­nifi­ca ser mujer en su país. Y nos brin­dan la sín­te­sis de las razones de su encar­celación, que obvi­a­mente pone los pelos de pun­ta. “Me encer­raron en un cal­abo­zo por el sim­ple hecho de escribir acer­ca de las bar­bari­dades cometi­das en un puebli­to kur­do, Cifre, donde habían que­ma­do vivas a 150 per­sonas. Mi juicio sigue ade­lante y recae sobre mí la ame­naza de una con­de­na a per­pe­tu­idad, por haber reunido los últi­mos men­sajes, las voces, los gri­tos, las cenizas de esas 150 per­sonas que fueron que­madas vivas en sus cuevas”.

En la vela­da orga­ni­za­da en su hon­or por el Cen­tro Nacional del Libro Aslı volverá a evo­car la masacre de Cizre. Así como la muerte de aque­l­la enorme esper­an­za que emergió hace dos años y medio, en la pri­mav­era de 2013, durante las protes­tas de Gezi. “Aque­l­los estu­di­antes, aque­l­los jóvenes a los que tildábamos de gen­eración google que no lee, que no se pre­ocu­pa por nada, nos dieron una ver­dadera lec­ción de humor, de sar­cas­mo, de resisten­cia frente a la dic­tadu­ra” expli­ca la nov­el­ista cuan­do el peri­odista Stéphane Aubouard le inter­ro­ga acer­ca de la juven­tud de su país. Aque­l­la ini­cia­ti­va espon­tánea de jóvenes y mujeres pertenecientes a todas las clases sociales, aquel movimien­to de resisten­cia civ­il ajeno al con­trol de un int­elec­tu­al o de una fuerza políti­ca, supu­so para ella un momen­to úni­co en la his­to­ria de su país. Tal y como expli­cará después a Lau­ra Adler en los micró­fonos de France Inter, fueron 17 días en los cuales “Habíamos con­segui­do crear una Turquía diferente…pero perdi­mos: cuan­do me pre­gun­tan qué ha sido del espíritu de Gezi respon­do que lo han que­ma­do en las cuevas de Cizre”.

Para Aslı, la esper­an­za de paz en el Kur­dis­tán tur­co ardió jun­to con las cenizas de Cizre. Habla largo y ten­di­do del tema durante la jor­na­da en el Cen­tro Nacional del Libro y remem­o­ra los tristes acon­tec­imien­tos acae­ci­dos en 2014, cuan­do puso en mar­cha una “cade­na por la paz” rum­bo a la fron­tera tur­co- siria y la ase­di­a­da ciu­dad de Kobanê recla­man­do un corre­dor human­i­tario. “Una sem­ana después hubo otra orga­ni­za­da por estu­di­antes, los sol­da­dos abrieron fuego, hirieron a tres per­sonas y mataron a una mujer. Su nom­bre era Kad­er –des­ti­no en tur­co- y allí acabaron las cade­nas por la paz, ya nadie se aven­turó cer­ca de la fron­tera”. La escrito­ra hace hin­capié en este asun­to. Y recuer­da que el esta­do tur­co no dudó en dis­parar a los estu­di­antes, impi­di­en­do inclu­so que dis­tribuye­sen aspiri­nas a los habi­tantes de Kobanê, mien­tras los camiones tran­sita­ban sin prob­le­ma alguno para sum­in­is­trar armas al Esta­do Islámi­co. La declaración de guer­ra de Turquía al Esta­do Islámi­co sin embar­go tardó meses en llegar.

Ten­go una máx­i­ma con respec­to a Kobanê, mantiene la escrito­ra, me gus­ta decir que la semi­l­la de la democ­ra­cia se plan­tó allí, lo que supone un atis­bo de esper­an­za para este país, para esta tier­ra teñi­da de con­flic­tos, de san­gre. Han plan­ta­do la semi­l­la pero aún no ha bro­ta­do y este es sin duda el eslabón más difí­cil de la vida: nac­er, bro­tar. Todos inten­tan aniquilar, sobreto­do Turquía, el pequeño gra­no plan­ta­do allí. Pero lo que sucede en Kobanê nos brin­da un ápice de esper­an­za.” Esper­an­za que inten­ta man­ten­er tan bien que mal. Ya que no puede evi­tar hor­rorizarse con la juven­tud que el rég­i­men está inten­ta­do crear o con los débiles méto­dos emplea­d­os actual­mente por Europa para opon­erse a la dic­tadu­ra turca.

De hecho una ley recién aproba­da per­mite la aper­tu­ra de escue­las reli­giosas en ciu­dades de menos de 10.000 habi­tantes, donde se con­cen­tra el 40% de la población tur­ca. “A día de hoy uno de cada cua­tro jóvenes está esco­lar­iza­do en una escuela reli­giosa. Y si esta cifra alcan­za el 50 % sig­nifi­cará que el gob­ier­no ha logra­do crear la juven­tud AKP”. Aslı Erdoğan se hace pocas ilu­siones con respec­to a la influ­en­cia euro­pea para fre­nar las ambi­ciones de un rég­i­men que ella cal­i­fi­ca de fascista. La situación por supuesto es com­pli­ca­da. Al mar­gen de la fac­eta históri­ca y políti­ca se entremez­clan la cuestión del petróleo, la energía o inclu­so el com­er­cio de armas. Pero tal y como expli­ca a Lau­ra Adler, si bien Turquía tuvo la opor­tu­nidad de inte­grar la comu­nidad euro­pea a ini­cios del pre­sente siglo, acuer­do que hubiese tenido sin duda con­se­cuen­cias políti­cas pos­i­ti­vas para Europa y el con­jun­to de Ori­ente Medio, esa posi­bil­i­dad ya no existe. “RT Erdoğan ya no tiene la más mín­i­ma inten­ción de ser can­dida­to a la adhe­sión a la Unión Euro­pea, por lo tan­to las posi­bil­i­dades de nego­ciación euro­peas se han reduci­do con­sid­er­able­mente. Tomen como ejem­p­lo los casos de los peri­odis­tas ale­manes o france­ses detenidos en Turquía: sabe­mos que las nego­cia­ciones han sido extremada­mente ard­uas, cuasi mafiosas…”

En tales cir­cun­stan­cias, ¿qué podemos esper­ar de Fran­cia y de los país­es europeos? Sería ide­al que se negasen a ser cóm­plices y se abstu­viesen “de vender armas a un país que mata niños” responde Aslı a Stéphane Aubouard ante un audi­to­rio de cer­ca de sesen­ta per­sonas que han venido a escuchar su tes­ti­mo­nio. “Turquía ya no es una democ­ra­cia, ha fran­quea­do numerosas líneas rojas y hay tan­ta gente en la cár­cel, per­sonas que no serán nun­ca lib­er­adas, con­tin­ua Aslı. El año pasa­do detu­vieron a 100.000 indi­vid­u­os, esta­mos hablan­do de una cifra supe­ri­or a la de los detenidos en cam­pos de con­cen­tración al ini­cio de la segun­da guer­ra mundi­al. Se tra­ta de un dato muy sig­ni­fica­ti­vo. Y Europa debería al menos ser hon­es­ta con­si­go mis­ma, lla­mar a las cosas por su nom­bre y decidir si esta pos­tu­ra le con­viene o no.” ¿Pero qué suced­erá con sus com­pa­tri­o­tas, con las mujeres prin­ci­pal­mente, comu­nidad en la que con­fía ple­na­mente? Aslı mantiene la esper­an­za de que irrumpa “una resisten­cia que de momen­to está con­de­na­da al silen­cio pero que puede des­per­tar, en una sociedad pro­clive a estal­lar en cualquier momen­to.” En lo que a ella se refiere, no pien­sa estar pre­sente durante las próx­i­mas audi­en­cias de su juicio. “Aunque no deseo negarme la posi­bil­i­dad de regre­sar, todo el mun­do me desacon­se­ja volver allí.”

Ella lo sabe. El poder con­sigu­ió hac­er­la callar. Aquí des­cubre de nue­vo la lib­er­tad de expre­sión. Obvi­a­mente exis­ten ame­nazas, como la supues­ta lista de int­elec­tuales que se encuen­tran actual­mente en Europa y el poder tur­co desearía elim­i­nar. Pero Aslı se resiste a dar crédi­to a esta noti­cia. De hecho, a modo de preám­bu­lo para la vela­da en el Cen­tro Nacional del Libro, nos brin­da una amplia son­risa mien­tras susurra: “la escrit­u­ra es una maldita cos­tum­bre de la que cues­ta tra­ba­jo deshac­erse.” Una maldita cos­tum­bre y una bue­na noti­cia, esa escrit­u­ra que retoma lenta­mente, esa “lib­er­tad que se nie­ga a callar”, tal y como for­muló Sihem Habchi ante los miem­bros de la orga­ni­zación del Pre­mio Simone de Beau­voir. Una noti­cia que nos col­ma de ale­gría. Aslıi, queri­da Aslı, que tu pluma per­sista en gol­pear nues­tras con­cien­cias. Ojalá pue­da sem­brar en nosotros la semi­l­la de una resisten­cia femeni­na, que sal­ga pron­to del cas­carón para dar vida a un mun­do difer­ente. Y no solo en Turquía…

Mar­guerite Capelle), Aslı, Stéphane Aubouard, Sterenn Guir­riec le 10 jan­vi­er, Cen­tre nation­al du livre — pho­to ©Adar Bozbay

Somos las mujeres de las ciu­dades, asesinadas, del­i­cadas, despedazadas en crímenes trans­par­entes, reunidas en el sub­sue­lo del sun­tu­oso pala­cio con­stru­i­do para noso­tras. Unas enci­ma de otras, codo con codo, hom­bro con hom­bro, cara a cara.
Somos como los ánge­les que se debat­en, sin con­seguir desple­gar las alas, ánge­les embria­ga­dos que dan­zan. Esta­mos tan cer­ca las unas de las otras, que cuan­do una vierte una lágri­ma, esta se desliza sobre la mejil­la de la com­pañera dejan­do una huel­la col­ore­a­da como la vida.

Con­seguire­mos por fin volar, repeti­mos al uní­sono, vamos por buen camino. Nue­stros ros­tros se disi­parán el día en el que deci­damos regre­sar. Nos dis­em­inare­mos renglón por renglón, en car­tas suce­si­vas. Som­breare­mos las pal­abras, nos dis­per­sare­mos como semi­l­las en el desier­to y cuan­do llegue el momen­to de con­ver­tirnos en llu­via, inter­pretare­mos un mito ded­i­ca­do a la eternidad.

Aslı Erdoğan
Poema leído por Timour Mouhidine durante la ceremonia…

 


Traducido por Maité 

Aslı Erdoğan : le prix d’une parole libre et libérée Cliquez pour lire

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